Jorge Blas Bergottini Martínez nació en Luque el 3 de febrero de 1975. Está casado con Ruth Nathalia López y tienen tres hijos: Fiorella Nathalia (9), Francesco Biagio (3) y Fabrizio Valentino (1). Una clara influencia italiana para los nombres.
El diminuto volante ofensivo de 1,62 m militó en Sportivo Luqueño, Sol de América y Presidente Hayes, aunque fue en otra institución donde vivió el mal momento que le motivó a dejarse de la actividad futbolera a tan corta edad.
Es licenciado en administración de empresas, egresado de la Universidad Nacional de Asunción en 1998.
Los primeros pasos. “Me inicié en las formativas del club de mis amores, Sportivo Luqueño, pasando por todas las categorías, desde la Cadete hasta la Primera división. Las divisiones menores de aquella época eran muy complicadas, sin cuidados alimenticios, apoyo económico (muchos ni para el pasaje tenían para ir a entrenar), ni suplementos vitamínicos diarios. Uno para sobresalir tenía que tener realmente cualidades diferenciadas para llegar a la Primera. Hoy por hoy, es abismal la diferencia; al jugador se lo mira de otra forma, tienen acompañamiento en todas las índoles que le pueden servir dentro de su formación como profesional”.
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Una gran cantera. “En aquella época, Luqueño tenía una gran camada de jugadores como Carlos Cecilio Estigarribia, Arnaldo Espínola, Luis Escobar, Diego Cabrera, entre otros, por lo que siempre éramos protagonistas en todas las competencias, más todavía que Luque era considerada la cantera inagotable de jugadores, cosa que hoy ya es solo un mero recuerdo.
En esos tiempos el Sportivo era el único club en las inferiores que entrenaba en el turno de la mañana y como iba al colegio de tarde, me venía bien ir a practicar. Recuerdo que en uno de mis primeros días de entrenamiento me pregunta Carlos Cecilio (campeón de América con Olimpia en 2002), en qué puesto jugaba y le respondo en el medio. Entonces me dice que cambie de puesto, porque osino che tujuta pepe (risas). Al final jugamos juntos varios años”.
Formadores. “Mis técnicos en las Divisiones menores fueron Baudelio Sanabria, Nelson León Villalba, José Parodi (+), entre otros, todos exjugadores del club que con pocos elementos que tenían hacían maravilla para formar y dotar de elementos a la plantilla superior. Recuerdo algunas frases célebres con los profes mencionados, imposibles de olvidar, como ser: “Redesayuna pio pororó mba’e?”, cuando tu córner no llegaba ni al primer palo. “Aikéta ndéve cinto-pe nde mitã‘i”, cuando querías hacer algún túnel y perdías la pelota. “Rechuta pio bota-re mba’e”, cuando pateas sin fuerza un balón. Son cosas que se te quedan y cuando jugás un partido so’o te acordás y repetís esas frases.
Hecho llamativo. “Una anécdota muy simpática fue con el finado ‘Cabecita de Oro’, José Parodi, una persona bellísima, con un carisma especial. Transcurría una práctica en la Juvenil, que no le agradaba por el ritmo cansino que llevaba, por lo que ordenó que apostemos 5.000 guaraníes por cabeza, equipo A contra el B. Tenían que ver lo que era la práctica, patada púpe, a cara de perro. Es que ‘los perros’ con suerte tenían para su pasaje”.
Primera concentración. “Allá por 1994, si mal no recuerdo, cuando tenía 19 años, el profe Crispín Rafael Verza nos invita a cinco de la cantera para realizar con el plantel de Primera la última practica de la semana (viernes), previo a un encuentro con Olimpia. Ingresamos en el segundo tiempo en el sparring y tuve una destacada práctica que me llevó a concentrar para ese partido. En una jugada le gambeteé a uno y en la siguiente le hice un caño a Francisco Esteche , lo que me valió para que el ‘Paco’ me persiguiera todo el entrenamiento para cobrarme el ‘huevito’, eso sin entrar en detalles todo lo que me dijo. Imaginate mi emoción, fuimos a entrenar para colaborar con el plantel principal y ya me citan para quedarme concentrado”.
La temporada 1996. “Ese año Luqueño armó un gran plantel, con grandes jugadores como el ‘Tim’ Romerito, Francisco Ferreira, Daniel Navarro, Adolfo Esteche, Marcelo Fernando Rojas, Hugo Ranulfo Sosa, entre otros grandísimos jugadores, muchos de ellos formados en el club. Empezamos la temporada con el prof. Antonio Martínez, si mal no recuerdo, al que no le fue bien en el inicio de la competencia, por lo fue reemplazado por Raúl Vicente Amarilla en la séptima fecha contra Sol de América. Esa jornada me tocó concentrar por primera vez en el año y debutar oficialmente con la casaca de mi querido Kure Luque. Recuerdo que a los 15 minutos del primer tiempo el preparador físico Nelson Blaires ya me llama para la tarea de calentamiento y a los 19′ el profe Raúl ya me da las indicaciones para ingresar. Son momentos únicos que nunca se borrarán de mi memoria, era un domingo con muchísima gente en el estadio , la expectativa era enorme. Raúl Vicente que debutaba en el banco, Julio César Romero como capitán, más el plantel que teníamos, imagínate lo que era el Feliciano Cáceres”.
Estreno con altura. “Me tocó ingresar y no desentoné en mi debut. Con mi 1,62 de estatura hasta en una jugada tuve con saltar con el ‘Tanque’ Torres. Terminamos ganando 2-1; uno de los goles fue de Marcelo Rojas tras asistencia mía. Fue una jornada inolvidable para mí, me eligieron la figura del partido, más el posterior encuentro con mis padres al finalizar el partido se quedó atesorado en mí”.
El paso a la definición. “Se hizo una gran campaña, en semifinales le ganamos a Olimpia en penales , ahí empezó la fiesta en la ‘República de Luque’, después de 46 años Luqueño volvía a una final de un torneo oficial de la APF. Una vez culminado el partido volvíamos a Luque en un colectivo de la Línea 30 y le llaman al ‘Tim’ Romerito (uno de los pocos que tenía celular en esa época), le dicen que desviemos nuestro camino, que vayamos por la ruta Luque-San Lorenzo porque por la autopista era complicado porque una caravana de vehículos ya estaban esperando que lleguemos hasta ahí. La consigna era llegar, después cada uno a sus casas, agarrar sus cosas y volver al club para partir de vuelta a Chololó (antes del partido con Olimpia ya concentramos ahí).
Un momento especial. “En la semana de la final, la gente iba hasta allá (Chololó) para llevarnos su apoyo, era impresionante, muchísima gente. El día del partido, la caravana que nos acompañó hasta el club fue monumental, histórica. En un momento dado Romerito tuvo que llamar a la radio de Luque para que nos den paso, nuestra Línea 30 no podía avanzar y ya queríamos llegar al club a descansar antes del partido. Lastimosamente no pudimos gritar campeón con Luqueño (derrota en penales contra Guaraní), fue uno de los momentos más tristes de mi vida. Estuvimos a minutos de llegar al objetivo, pero no se dio. Fueron meses inolvidables por todo lo que se vivió en la ‘República’ y momentos eternos e inmortalizados que nunca olvidaré”.
Sol de América. “En 1998 busqué nuevos aires, rogué para que me den mi pase por falta de oportunidad y continuidad, no se valoran a los atletas de la casa. Fui a Sol con el profesor Éver Hugo Almeida, con un muy buen plantel, empezando por los arqueros de primera, Justo Wilmar Villar, Miguel Cárdenas y ‘Pipo’ González, más César Castro, Jacinto Zorrilla, Domingo Arévalos, ‘Huevo Duro’ Garay, Gaona Pascottini, ‘Chupete’ Freyre, entre otros. Un grupo que se conocía y muy compacto , sin muchos refuerzos, pero con un gran técnico y estratega como Almeida”.
Rara sensación. “Llegó el día que me tocó jugar contra mi querido Luqueño, en la cancha del Sport Colombia. Por el formato del torneo de ese año teníamos que ganar para salvarnos del descenso y entrar a la liguilla. Y ganamos 1-0 y me tocó cumplir la ‘ley del ex’. Ironía del destino, marqué mi primer gol en Primera y contra Luqueño. No pude ni festejar, fue el partido soñado para mí, me salio todo. Al contrario que me ‘puteé’ la hinchada auriazul, recibí muchísimas felicitaciones del público porque consideraron que mi salida del club no debió permitir la directiva”.
El mote de ‘Motorcito’. “Jugando por Presidente Hayes hice muy buenos partidos, marcando goles y realizando varias asistencias, lo que me valió para que el entonces relator de Teledeportes, Julio González Cabello, me bautizara de esa manera. Nunca le pregunté cómo salió el tema”.
Anécdota “yanqui”. “Jugando en Hayes, en la Intermedia 99, miércoles de tarde, un árbitro cobró un penal inexistente, le hacemos el famoso corralito y me ubiqué detrás del árbitro. Un compañero le mete un ‘costilla pa’û' en el embrollo, se da vuelta y me encuentra a mí. Roja directa, por suerte me dieron cuatro partidos nomás, porque todo lo que se tuvo que conversar con él final. Después se presentó una nota en la APF para explicar lo acontecido, pensé que ahí ya colgaría los botines. Le dejé al fútbol, no el fútbol a mí”.
Su experiencia en la “huerta”. “Libertad con Horacio Cartes revolucionó el fútbol paraguayo. Hay un antes y un después de ello, le jerarquizó al futbolista, le dio el toque empresarial, eso les hizo más competitivo a los clubes locales y todos de una u otra forma se pusieron a la altura de las circunstancias. En 1999 me llamó la gente de ese club, estando en la Intermedia (esa temporada gritó campeón y volvió a Primera), para reforzar su plantel de cara a la liguilla que empezaría una vez que culmine la etapa regular”.
Cambio de orientación. “Llegamos a un acuerdo, fui a entrenar. El técnico era Pedro Fernández, entrenábamos con el plantel normalmente hasta que la última fecha de la primera fase fue cesado de su cargo el profe y para la liguilla vino un grupo de empresarios con su cuerpo técnico y sus jugadores. Me dejaron de lado, porque el tope de refuerzos era tres jugadores y me vendieron la historia que pensaron que era jugador de Libertad y que no sabían que era refuerzo”.
Sorprendente decisión. “Ese día le dije adiós al fútbol, a los 24 años, colgué los botines sin ninguna lesión delicada, tampoco tenía un empresario y me cansé del manoseo hacia la persona, porque el futbolista es una persona común y corriente, que tiene su familia, sus emociones, su dignidad. Si sabía lo que hoy se maneja económicamente en el mundo del fútbol, tal vez seguía y buscaba otras alternativas”.
Preparación académica. “Un año antes, a los 23, ya me había recibido como en la UNA, por lo que tenía ese plus para decidir en tomar un nuevo rumbo en mi vida. Gracias a mis padres y a mi esfuerzo personal pudo ser compatible mi corta carrera como jugador con mis estudios universitarios, recalcando las infinitas gracias a mis padres que me dieron todas las herramientas para poder sobre llevar ambas actividades al mismo tiempo. En esos años , muy pocos jugadores le dedicaban su tiempo a los estudios, a prepararse para el mañana, porque la vida útil de un futbolista profesional es corta, qué haces o qué pasa cuando el fútbol te deja? Un futbolista debe estar preparado para lo que venga después. Hoy por hoy creo que ya cambió más la mentalidad del jugador, algunos estudian, se preparan, invierten, se asesoran. Esto es bueno para disfrutar de todo el sacrificio que hicieron en su carrera profesional”.
Actualidad. “Estoy alejado del mundo del fútbol, esperando que mi hijo Francesco cumpla su palabra de llevarme a Europa como su empresario (ajepoka hese). Estoy trabajando en una conocida empresa multinacional del rubro de gases industriales y medicinales, pero cuando puedo voy a verle a mi sufrido y amado Luqueño.
Estamos en una situación delicada, hasta diría calamitosa, pero saldremos de esta, necesitamos gente que ame al club, que sirva a la institución, que se realice un trabajo en las inferiores a corto y mediano plazo y que el plantel de Primera sea autóctono, de la cantera. Una institución como Luqueño no puede ser manejada de esta forma; ojalá podamos salir de esta y colocar al club en los sitiales que verdaderamente se merece.
