Fue otro partido vibrante que acabó en delirio en las gradas del Principality Stadium de la capital galesa cuando su jugador metió el balón oval entre palos para conseguir un triunfo de auténtico prestigio.
Lo tuvo todo el encuentro, con fases distintas, sanciones disciplinarias a los australianos que favorecieron la escapada galesa y reacción de los 'Wallabies' hasta rozar la victoria que perdieron por la patada de Priestland, que había comenzado en el banquillo.
No pudo comenzar mejor partido para Australia. Un ensayo de Andrew Kellaway, transformado por James O'Connor situó un 0-7 de entrada, y tras acortar distancias Dan Biggar llegó una de las primeras acciones determinantes, la roja al oceánico Rob Valentini por una dura acción sobre Adam Beard, al cuarto de hora.
No obstante, resistieron los australianos, pero quedaron reducidos a 13 jugadores tras la amarilla a Kurtley Beale y Gales pudo tomar el mando gracias a un ensayo de Ryan Elias, irse al descanso por delante (16-13) y distanciarse en los compases iniciales del segundo tiempo con una marca de Nick Thompkins, pero la amarilla a Gareth Thomas (m.57) niveló las fuerzas.
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Australia demostró por qué es una gran potencia y con un magnífico ataque se metió de nuevo en el partido. Un ensayo de Nic White y la transformación de O'Connor apretaron el marcador hasta un emocionante 23-20.
Los galeses parecieron respirar con un golpe de castigo de Biggar (26-20), pero fue por poco, porque los 'Wallabies' retomaron su tremendo acoso, se hicieron con el partido y se adelantaron a falta de tres minutos para el final con un ensayo de Filipo Daugunu y la transformación de Kurtley Beale (26-28).
Australia saboreaba la victoria. En cambio, Gales de nuevo hizo ver al mundo del balón oval que nunca se rinde y menos ante sus incondicionales. Como había ocurrido en Twickentham entre ingleses y sudafricanos, el cuadro local aprovechó los últimos instantes para ganar un golpe de castigo que aprovechó Priestland para sellar una victoria tremenda.