Ataviado con un polo blanco y protegido del sol y el calor tropical con una visera negra, el príncipe Guillermo se unió al club británico de la isla (The British Dragons Club, inaugurado en el 2000) durante su práctica de barcos dragón en el río Kallang de Singapur.
El príncipe fue uno de los integrantes de un barco para 22 personas de una de las prácticas más tradicionales de Singapur, en barcos decorados con cabezas y colas de dragón pintados y hechos de madera de teca.
El deporte náutico, que comenzó a cultivar fama internacional desde Hong Kong en la década de 1970, tiene su origen en una leyenda de China que conmemora la muerte, en el año 278 a. C., de Qu Yuan, un poeta y héroe nacional que se suicidó en el río Miluo (en la provincia de Hunan) en protesta por las alianzas y traiciones cortesanas de los gobernantes durante la dinastía Zhou.
La leyenda cuenta que los habitantes del pueblo de Qu salieron con sus barcos, tocando tambores, y lanzaron bolas de arroz al agua para alimentar a los peces y evitar así que estos se comieran su cuerpo.
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El príncipe Guillermo llegó la víspera a Singapur (país en el que más del 74 por ciento de su población local es de origen chino), en una visita oficial de cuatro días en la que participará en diversos eventos, incluida la ceremonia de los premios Earthshot.
Se trata de una iniciativa del primogénito del rey Carlos III y sucesor al trono británico para buscar y dar visibilidad a las soluciones más innovadoras para los retos medioambientales, cuya ceremonia de premios tendrá lugar el martes en la ciudad-Estado asiática.
Guillermo, que fue recibido el domingo con banderas británicas, visitó nada más llegar el Rain Vortex, la mayor cascada artificial del mundo en el aeropuerto Changi de Singapur, y tiene previsto reunirse hoy con el primer ministro singapurense, Lee Hsien Loong.
