Zakia Khudadadi, afectada de polio, compite sin parte del brazo izquierdo. Para evitar que la acosaran, desde los siete hasta los quince años solía cubrirse la mano con un pañuelo grande para ocultar su discapacidad, algo que la llevó a pensar en el suicidio.
Representó a Afganistán en los Juegos Paralímpicos de Tokio y quedó novena. Ese mismo año se marchó a Francia y comenzó a residir en París. Entrena junto a atletas franceses y el entrenador Haby Niare.
En el tatami del Grand Palais de París consiguió un hito histórico al subir al podio para recoger un bronce junto con la marroquí Naoual Laarif. El oro fue para la peruana Leonor Angelica Espinoza y la plata para la uzbeka Ziyodakhon Isakova.
