Por eso el esloveno Tadej Pogacar, que lo conquistó este miércoles en la contrarreloj de Caen, hizo todo lo posible junto a su equipo, el UAE, para cederlo en la etapa siguiente con final en Vire-Normandie. Y, también por eso, el Visma del danés Jonas Vingegaard, su principal rival, maniobró en el tramo final para que siguiera en las espaldas del ganador de la última edición.
El guión estaba claro. El Visma no quería una escapada larga, pero el UAE hizo todo lo que estuvo en su mano para que se formara. Al final, se montó una ideal, con el neerlandés Mathieu van der Poel, bien situado en la general, por encima de los cinco minutos de renta.
El propio Pogacar, ambicioso, confesó que dudaron entre dejar escapar el amarillo o pelear por la victoria de etapa, en un final escarpado que se adapta bien a sus características. "Preferimos no desperdiciar una bala".
Los planes iban sobre ruedas y todo parecía sonreír al líder del UAE. Pero Van der Poel se derrumbó en el tramo final, apenas podía mantener la distancia que le garantizaba el liderato y en el pelotón, los Vismas comenzaron a acelerar. El amarillo peligraba para el neerlandés y el trabajo de los chicos de Vingegaard podía condenar al esloveno a llevarlo un día más.
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Van der Poel, que pronto se dio cuenta de que no podía pelear por la etapa, se confió demasiado. "Pensaba que tenía más renta", dijo una vez cruzada la meta. Partía con una desventaja de 1.28 y por momentos su distancia en la etapa superaba los 5 minutos.
El Visma aceleró atrás a medida que el neerlandés se quedaba clavado, incapaz de seguir incluso el ritmo de sus compañeros de fuga. Se quedó solo con el colombiano Harold Tejada, que tampoco iba sobrado de fuerzas.
"Querían que me quedara el amarillo"
"Creo que han acelerado para que yo me quedara con el maillot amarillo", dijo el esloveno, que se mostró incluso aliviado de perderlo por 1 segundo con respecto a Van der Poel.
El neerlandés es un rival en las clásicas y en algunas etapas del Tour, pero no para la general de la ronda gala. Su equipo, el Alpecin, emerge como un buen aliado para controlar una carrera y evitar esfuerzos suplementarios a Pogacar.
"Tenemos que ahorrar fuerzas, quedan la segunda y la tercera semana", señaló el esloveno, que gracias a ese segundo no subió al podio protocolario y su atención a la prensa duró apenas unos segundos.
Más descanso de cara a la etapa de este viernes en el Muro de Bretaña, donde a buen seguro volverá a pelear por la victoria con Van der Poel y, quien sabe, podrá vestirse de nuevo de amarillo.
"No me importa llevar el maillot amarillo, pero el objetivo es gastar el mínimo de fuerzas", señaló el esloveno, gran dominador de la carrera por ahora y cuya única incógnita reside en saber si aguantará el ritmo hasta el final.
En los cálculos del Visma, el peso del amarillo puede contribuir a desgastar a Pogacar. Vingegaard está al acecho, a 1.13 del esloveno, noqueado por su mala contrarreloj pero convencido de que queda toda la alta montaña para recuperar. Un terreno en el que aspira a dar el zarpazo definitivo al esloveno. El "plan" del que habla constantemente y en el que confía ciegamente.
