Ocho medallas olímpicas, tres de ellas de oro, y 17 mundiales (10 oros, 6 platas y 7 bronces) dan brillo a una trayectoria deportiva inconmensurable de la velocista jamaicana, símbolo del poder competitivo pero también de las reivindicaciones sociales, como cuando decidió ser madre en 2017 y regresar después con lo que eso conlleva como mujer dispuesta a seguir siendo la misma coleccionista de títulos.
De hecho, tras ser madre sufrió las críticas de mucha gente que dudaban que pudiera volver a correr de forma competitiva. Eso, en vez de desanimarla, la dio fuerzas y tuvo que volver a demostrar que podía ser madre y también atleta. Logró dos oros en los Mundiales de Doha (100 metros y 4x100) y en Eugene 2022 otro (100 metros), sin olvidar el también metal dorado del relevo 4x100 en los Juegos Olímpicos de Tokio, precisamente la ciudad en la que corrió su última carrera.
Con sus 1,52 metros de estatura y el pelo teñido de amarillo y verde, los colores de Jamaica, Fraser-Pryce es inconfundible y en Tokio ha agotado un tiempo de 'prorroga' que no esta prevista.
La velocista jamaicana tenía planeado retirarse después de los Juegos Olímpicos de París, en agosto de 2024, pero un ataque de ansiedad cuando estaba entrando al estadio para correr la final de los 100 en la capital francesa cambió sus planes. No se podía ir de esa manera, por eso optó por estar en Tokio.
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La historia de Fraser-Pryce se escribe desde Waterhouse, un barrio de Kingston golpeado por la pobreza y la criminalidad. Creció en un ambiente humilde criada por diferentes familiares, que ayudaban a su madre, que trabajaba como vendedora ambulante.
Correr siempre fue lo suyo y desde niña demostró las cualidades que tenía. A los 13 años ya formaba parte del equipo de atletismo de la escuela y a los 16 se proclamó campeona escolar. Fue entonces cuando Jeanne Coke, de una asociación de mujeres, la ayudó financiándola la formación deportiva. Comenzaron a llegar las victorias, los reconocimientos y en 2007, en los Mundiales de Osaka, irrumpió con fuerza en los relevos.
A partir de ahí, su despegue fue sin parar coleccionando victorias por todo el planeta y asombrando al mundo con esos 10.60 que hizo en los Juegos Olímpicos de Tokio en los 100 metros. La misma ciudad en la que se despide.
