Francisco Cerúndolo, cuando naces con una raqueta en la mano

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Manuel Sánchez GómezLondres, 15 jun (EFE).- "Aunque fuera número uno del mundo, seguiría estudiando". Francisco Cerúndolo (Buenos Aires, 1998), criado al amparo de un padre y una madre tenista, compagina su vida de jugador profesional con el estudio de una licenciatura en 'management', economía y finanzas. Una doble vida que no le ha impedido meterse entre los 50 mejores del mundo y saborear su primera victoria en hierba esta semana en Queen's.

Francisco es hijo de Alejandro "el Toto" Cerúndolo, que rondó el puesto 300 del ránking, y de María Luz Rodríguez, que también fue jugadora profesional, aunque lo dejó a una edad más temprana. Creció rodeado de tenis.

"Mi papá tiene una Academia de tenis, mi madre trabaja ahí, aunque es psicóloga también. En mi casa se respira deporte, todo el día hablando de deporte. Por un lado está muy bien, estamos todos en la misma sintonía, nos apoyamos, nos entendemos cuando uno está de bajón o necesita apoyo. Está bien que vayamos todos en la misma dirección", explica a Efe Cerúndolo en el club de tenis de Queen's, donde esta semana consiguió su primera victoria en hierba.

Al potencial de Francisco, actual número 46 del mundo, hay que sumar el de su hermano Juan Manuel, ganador del Abierto de Córdoba en 2021, convirtiéndose en el ganador de ránking más bajo (339) desde 1990, y a su hermana, Constanza, jugadora de hockey que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la juventud en 2018.

"En mi casa se habla muchísimo de deporte, muchísimo de tenis", responde Cerúndolo. "A veces es agotador, porque te quieres despejar de todo y es difícil en mi casa. Pero a la largo nos hizo bien a todos, porque nos potenció y nos ayuda a aprender algo nuevo todos los días".

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El nivel de obsesión fue tal que el pequeño Juan Manuel casi nació en las tribunas del centro de tenis de Buenos Aires porque su padre, Alejandro, no quería irse en mitad del partido que su entonces pupilo Martín Vassallo Argüello jugaba contra un jovencísimo David Nalbandian.

Ahora, Francisco recibe los consejos de su padre, que también entrenó a José Acasuso y a Diego Schwartzman, entre otros, desde la distancia, mientras conquista esa superficie casi inhóspita para el tenis argentino como es la hierba.

"Siempre vi la hierba como algo muy difícil. En Argentina casi no hay, creo que hay un club y una pista que tiene hierba. Es algo que está muy lejos de nosotros. No pensamos en jugar en hierba nunca, salvo si consigues meterte en un 'top 100' para jugar Wimbledon o top 50 para jugar estos torneos".

"Pero cuando empecé a jugar como profesional y vi que mi tenis es bastante agresivo, que me gusta atacar, ir para adelante... Todos me decían que mi juego se adaptaría bien a esta superficie. Cuando el año pasado vine a la previa de Wimbledon me di cuenta de que se me daba bien y me adapté rápido. Gané dos partidos y perdí en la última ronda de 'qualy'. Eso me dio confianza de que podía hacerlo bien", analizó Cerúndolo.

El argentino, que comenzó el año fuera de los 100 mejores del mundo, está haciendo la mejor temporada de su carrera, con unas semifinales en el Masters 1.000 de Miami como mejor resultado, seguidas de las semis en Río de Janeiro y los cuartos en Buenos Aires.

"El año que estoy teniendo está siendo muy bueno", admite. "Me preparé mucho para ganar partidos en ATP, para estar en el nivel más alto y que llegue la victoria en hierba es un objetivo más que puedo tachar de la lista".

"Mi objetivo para este año era el top 100, que lo logré ya en febrero. El top 50 me lo puse para final de año, pero lo cumplí a los dos meses. Mi otro objetivo era jugar los cuatro Grand Slams. Por ahora llevo Roland Garros, jugaré Wimbledon y espero que US Open también. Para esta gira mi objetivo era ganar un partido en hierba".

Pero fuera de la cancha, hay otro reto que ilusiona mucho a Cerúndolo. Ese que tiene que ver con los títulos, pero no los que se pueden levantar y morder.

"La gente me lo pregunta mucho, que por qué sigo estudiando si ya soy profesional. Yo estudio porque me gusta, porque quiero graduarme. Es un objetivo que tengo en mi vida: tener una carrera, tener un título. Aunque fuera el número uno del mundo seguiría estudiando. Después, cuando me retire del tenis, por más que haya hecho mucha plata o no, no sé si voy a querer seguir ligado al tenis. Tener otra salida laboral, poder hacer lo que quiera con mi vida, tener una carrera me abre otras oportunidades", reconoce el tenista, que recuerda las enseñanzas de sus padres, que nunca le dejaron desviarse.

"Mi hermano y yo siempre fuimos al colegio. Era algo que no se podía debatir, no se podía dejar el colegio. No queríamos, ni tampoco nos iban a dejar nuestros papás. Terminar el colegio era una obligación, un deber. Siempre hubo que mezclar el estudio con el deporte. Salíamos del colegio y nos íbamos a entrenar, teníamos que aprovechar las horas libres y los fines de semana para hacer las tareas que el resto de chicos hacían mientras nosotros entrenábamos", rememora Cerúndolo.

Cuando terminó la escuela, Cerúndolo tuvo que dejar los estudios, porque no podía compaginarlo a distancia. Hasta que la ATP alcanzó un convenio con la Universidad de Palermo en Buenos Aires y a Cerúndolo se le abrió la puerta. "Me salvó, si no, no podría seguir estudiando. En Argentina no hay apenas modalidades a distancia. Esto me da la oportunidad de jugar al más alto nivel y poder seguir con mi carrera".

Cerúndolo explica que más de una vez ha tenido que cancelar algún entrenamiento para estudiar para un examen, pero sostiene que el tenis sigue siendo su prioridad.

"Mi prioridad es el tenis. Siempre la prioridad es el entrenamiento. Cuando acabo mi día de entreno o de partido, vuelvo al hotel y me queda tiempo libre, me pongo con los deberes de la uni. Si tengo algún día libre intento aprovechar al máximo para adelantar y que luego pueda dedicarle varios días al tenis", matiza el argentino, que buscará en Queen's y Wimbledon lo que no ha logrado ningún compatriota en la historia, el título, el mismo que persigue con sus deberes.