Para esta obra, el escenario de la sala Molière se convierte en un gran camarín desde el cual Cabaña hace alusión a distintos miembros de su familia, profesores y amigos.
Probablemente los nervios del estreno hicieron que Cabaña, en un principio, se muestre desorientado en escena, dando vueltas innecesarias alrededor de la historia del táper que le había entregado su mamá.
Sin embargo, luego se fue soltando y relatando, desde el humor, diferentes pasajes de su infancia, los pedidos de su “señora abuela” para ir al almacén, y su orientación sexual.
La escena de la tía Ramona resulta hilarante, así como sus habituales imitaciones de personajes como Zuni, Menchi, Óscar y Humberto Rubín, cumpliendo exactamente con lo que uno busca encontrar en una puesta de Cabaña.
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Sin embargo, hacia el final la puesta toma un sentido inesperado, mostrando al público una faceta prácticamente desconocida del humorista. Una sorpresa agradable y que llega a lo más profundo del corazón.
La obra volverá a presentarse los viernes y sábados a las 21:00, y domingos a las 20:00, con entradas a G. 85.000.
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