Pu Rory encantó a un Teatro Municipal colmado de público

Pu Rory: “sonidos festivos, alegres”, se explicaba en el programa de mano sobre el nombre del ensamble creado por Berta Rojas. Y fueron esas las características de una noche donde dieciocho talentosos jóvenes guitarristas encantaron a un público que llenó el Teatro Municipal.

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El concierto se inició con “Aragonaise”, “Habanera” y “Les Toreadors”, de las suites de “Carmen”, de Georges Bizet, bajo la precisa dirección de Javier Aquino. Desde la primera nota, los jóvenes demostraron mucha actitud, sabiendo impregnar en sus interpretaciones las diferentes intensidades por las que pasan dichos temas.

Continuaron el concierto dirigidos por un enérgico José Carlos Cabrera, con “Don Agustín Bardi” y la entrega requerida por esta obra de Horacio Salgán, y con la apasionante “Baião de Gude”, de Paulo Bellinati.

La hipnótica “Pu asy”, de Martín Ortega, sonó después, de nuevo con Aquino en la dirección. Esta primera parte concluyó de manera intensa con la frenética “V. Tunis”, de la suite “Hamsa”, de Roland Dyens. Una obra que pedía precisión en cuanto a los tiempos que iban variando. Incluso los músicos debían percutir la guitarra (lo que nos mostró las diferentes posibilidades de sonido del instrumento), palmar y hacer chasquidos en diferentes compases. El público se mostró emocionado en todo momento y aplaudió a cada interpretación con mucha fuerza. No faltaron unos incesantes gritos de “¡bravo!” desde distintos sectores del teatro.

El inicio de la segunda parte se tiñó de aires paraguayos gracias a “Asunción 2002”, de Pinchi Cardozo Ocampo, bajo la batuta de Cabrera. Con precisión y con un sonido impecable, entregaron luego “Malambo”, de la suite “Estancia”, de Alberto Ginastera, donde la percusión volvió a cobrar protagonismo, demandando suma concentración y exactitud de los jóvenes. Tanta fuerza confirieron los guitarristas, que la gente rompió en aplausos. El final, ya con Aquino al frente, se dio con el genial “Danzón Nº 2”, de Arturo Márquez, pero ante una ovación de pie prolongada se dio un brillante final con “Danza paraguaya”, de Agustín Barrios.

El repertorio diverso y desafiante exigió lo mejor de los intérpretes, quienes se mostraron muy seguros en escena, tocaron con mucho arrojo y entusiasmo. Incluso era la primera vez de algunos en el escenario del Municipal. Pero el ensamble sonó pulcro y compacto, y con una carga emotiva evidente.

Los chicos, que están creciendo y formándose en la guitarra clásica, son una muestra de compromiso y dedicación. Como mencionó Berta Rojas antes del inicio del concierto, “esta orquesta es un ejemplo ‘made in’ Paraguay”.

victoria.martinez@abc.com.py

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