Rodrigo Velázquez saca a volar a su “Ñahatî” para crear conciencia

Con la obra “Ñahatî”, Rodrigo Velázquez conquistó el primer lugar del Premio Jóvenes Artistas “Livio Abramo y su legado”, promovido por la Embajada de Brasil.

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El ganador plantea la visibilización de “la belleza de los seres diminutos”, e interpela sobre los crímenes ecológicos.

Ñahatî (Libélula) “permite visibilizar la belleza de los seres pequeños, que por el “apuro” o del “no tengo tiempo” muchas veces no los vemos. Esos seres que pasan desapercibidos ante nuestros sentidos”, explicó Velázquez sobre su obra, con la cual también busca concientizar sobre el valor de estos seres para el equilibrio del ecosistema, “un ecosistema en donde los seres humanos estamos inmersos, y no fuera”.

“En las alas del ñahatî, alas como metáfora de lo ausente próximo, me interpela el crimen ecológico que se comete en el Chaco paraguayo, donde diariamente desaparecen biodiversidades y culturas con sabidurías ancestrales inimaginables. La situación de la deforestación y las muchas desigualdades existentes en el Chaco paraguayo deben hacerse visibles, deben ser vistos por quienes tengan la responsabilidad de proteger y proveer las condiciones para garantizar la vida, en su más compleja diversidad”, reflexionó el artista.

El proceso de creación de la obra no es algo exacto ni metódico para Velázquez, quien afirma que “las ideas, antes de tener forma, viven conmigo en los caminos, en el colectivo, andan a pie, tienen la posibilidad de asombrarse ante las bellezas de lo cotidiano y observa”. En su caso, la matriz para su grabado fue un cartón prensado, “que lo encontré y me encontró, tirado en la esquina de un depósito”.

Desde ese momento “Ñahatî” (que forma parte de la serie “Chaco” y que el artista trabaja hace más de dos años) “empezó a cobrar vuelo”. Allí su proceso fluyó “sin apuros, con el disfrute de sentir cada línea calada que abre camino con la gubia. Ese tiempo, ese proceso solitario del artista, conocido como proceso sombra me llevó cinco meses”.

Como parte de su andar, Velázquez escuchó en un viaje a una comunidad campesina “que a las plantas, a las cosas y a los seres humanos debemos darles el tiempo necesario para madurar con cada luna”, desde allí esa hermosa filosofía campesina fue para comprender que solo la paciencia, la pasión y la fe en el arte podrán hacer nacer nuestros sentires y sentidos en la obra que estamos creando”, afirmó.

Para el artista, más allá del reconocimiento y el primer puesto, este hecho le sirvió para darse cuenta de que esto es lo que quiere para su vida. “Esto es lo que quiero hacer profesionalmente, dedicarme al arte”, aseguró. “Estoy más convencido de que desde los lenguajes de todas las artes podemos volver a seguir la “huella humana”, esas huellas de las manos tan borradas de las cosas porque sencillamente nos han “enseñado” a no hacer más, a no crear más”.

“El concurso es una oportunidad para que las artes visuales y de manera específica el grabado, sean también parte del relato como sociedades humanas del desarrollo cultural de este tiempo. Esto es un inicio de algo, en donde quiero caminar y ojalá la indiferencia social, la falta de educación artística en nuestro país no me obligue a desandar”, expresó Velázquez.

El arte, “sea cual fuere el lenguaje”, al nuevo ganador del “Livio Abramo” lo hace sentir “cerca de otras personas, aunque a veces trabaje de forma solitaria”. Le permite además “no olvidar que solo las personas creamos sentidos, que solo las personas tenemos la posibilidad de ser parte de un proceso transformador o de mutación, o sea, me permite finalmente estar más consciente de la condición humana, y que por esa condición humana estamos siempre en la búsqueda”, consideró el artista.

Hacer arte, para él, “es indispensable, porque es el humilde aporte a este mundo tan lleno de vacíos, tan lleno de ruido, en donde andamos solo en fachadas, sacando más fotos pero recordando menos, donde olvidamos mirar y por sobre todo mirarnos”, aseguró Velázquez, para quien los temas “van surgiendo a partir de disparadores muy diversos, como las muchas realidades de los contextos en los que vivo, el sentir personal y un posicionamiento antes las situaciones, las cosas y la vida”.

Lo “interesante” que él evalúa de este universo artístico, es que le llegó a través de la danza y el teatro en su adolescencia. Luego de su educación universitaria, se encontró también con la fotografía y la pintura en sus diversas técnicas. “Lo que me apasiona es el arte de dejar huellas, el arte de dejar rastros: “El arte impreso” o como se lo conoce el grabado”. La danza y el teatro “me permitieron comprender que solo en la cabeza de la gente las artes están separadas. El hilo conector es la fuerza comunicativa y creadora”, concluyó.

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