El 21 de noviembre de 1974 nació en la “Ciudad de la música” Carlos Cecilio Estigarribia Gómez, uno de los mediocampistas de contención con más goles en el balompié nacional.
“Empecé a jugar en Sportivo Luqueño, pasé al Fluminense de Río de Janeiro, Independiente de Argentina, Olimpia, 12 de Octubre de Itauguá, Guaraní, Rubio Ñu, General Caballero de Zeballos Cue. Estuve en la selección en la Copa América que se jugó en nuestro país en 1999. En la última parte milité en el 24 de Setiembre de Limpio y en el Unión Agrícola de la Liga Luqueña”, expresó el cariñosamente apodado “Ka’i”, en referencia a su trayectoria en el popular deporte.
“Con Olimpia salió campeón. Lo más lindo fue ganar la Libertadores, algo único e inolvidable”, comentó Carlos, mencionando que participó de la mayoría de los partidos, salvo los dos últimos de la serie consagratoria frente a São Caetano.
Consultado si pudo sacar provecho de sus ganancias, aseguró: “En mi época se ganaba poca plata en el fútbol, pero no tengo quejas sobre lo que me tocó como jugador profesional. Lo único que te puedo decir es que en el Olimpia gané todo, tengo mi casa, mi auto, no me falta nada”.
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Para cada viaje o en la previa a algún partido internacional como local, el entonces presidente franjeado Osvaldo Domínguez Dibb repartía 100 dólares a cada atleta e integrante de la comitiva. Carlos Cecilio dijo que algunos compañeros se ponían en punta y luego de recibir el billete verde, se volvían a colar en la fila para una valiosa segunda tanda.
“Una vez les metimos a tres chicos de la Reserva en la concentración. El presi fue entregando el dinero y al final su plata no le alcanzó. Le preguntó al profesor Pumpido (Nery) si a cuántos convocó porque la cantidad le parecía exagerada. Los muchachos a los que invitamos fueron felices a sus casas”, recordó. Después la cuestión se desbordó porque ya todos querían “virar”.
Su club de origen le genera preocupación. “Uno de mis sueños es hacer como lo que Olimpia está haciendo. Asociar a todos los auriazules, porque en todo el mundo hay un fanático de Luqueño. El propio ODD me dijo que era su segundo club”, refirió.
En cuanto a su actualidad. “Estoy muy bien, en compañía de mi señora Elizabeth Marín, quien también trabaja. En el 2018 me recibí de técnico y ahora estoy en el 6 de Enero de Limpio, en el que el año pasado jugó Enrique ‘Rambert’ Vera, por ejemplo. El 15 de marzo tenía que haber empezado el campeonato pero como todos sabemos se suspendió por la cuarentena”.
Igualmente realiza otras tareas. “También estoy ayudando a un amigo en su taller mecánico y lavadero en Limpio”.
Gracias a la pelota, lleva una vida digna. “No me arrepiento de haber jugado; siempre fue mi sueño y pude cumplirlo. Jugábamos en las inferiores solo los que sabíamos jugar nomás. Ahora ya no es así; si no sos jugador de algún empresario no jugás y eso duele mucho”, puntualizó.
“¿Me pueden decir si hay varios jugadores de las inferiores que estén compitiendo en alto nivel en la Primera de Luqueño? Antes había nueve en el equipo, hoy dos, tres, como mucho. Los jugadores de la institución eran buenísimos y podrían ser transferidos para generar ingresos, como César Cáceres Cañete, Diego Cabrera, Isidro Candia, los hermanos Esteche, Francisco y Adoldo, Miguel Ángel Acosta, Arístides Masi, Osvaldo Cohener, Marcial Garay y otros más que son semillas de la entidad y que sentían la camiseta al igual que yo. Nunca pasé con Luqueño, lo que está pasando ahora, siempre estábamos en segunda o tercera posición, lejos del peligro del descenso”, consignó.
“Todos sabemos que en Luqueño no están bien las cosas, sin estadio (clausurado por fallas estructurales), mal económicamente. No se qué se hizo del dinero que recibió en su momento. En la actualidad no hay un jugador rescatable para hacer plata en la Primera y en la cantera, menos”, significó.
Ante la pregunta de ¿quién fue el mejor futbolista con el que compartiste en un equipo? no dudó un instante en responder: “Toda la vida Romerito (Julio César Romero), un jugador diferente en todo sentido”.
Su experiencia internacional. “En el Brasil estaba como perdido cuando charlaban (risas), pero con el tiempo me sirvió para aprender. Conocí muchas personas importantes, tanto ahí como en Argentina, como Renato Gaúcho, excompañero de Romerito; Gabriel Milito, Sebastián Rozental, Diego Forlán, quien me pidió le enseñara el guaraní”.
El cierre de la nota. “Tengo una anécdota con don Carlos Arce. Estábamos desayunando, colocaba coquito para decirme cómo marcar y sale Marcial Garay, le saca el coquito y el no vio. Me empezó a reclamar dónde estaba su coquito”. Es que ante una mínima distracción, alguien le comió “un jugador” al inolvidable entrenador, autocalaficiado el “Soldado” del Sportivo Luqueño.
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