En la segunda jornada del Campeonato de España, en Málaga, Hockin saltó al agua teniendo adelante la prueba de los 200 metros, su especialidad en la época y en la que, como en otras, contaba con el tiempo B. Aunque, por ser el número uno local, conformaba virtualmente la delegación que iría a Londres 2012, “Benji” buscaba una clasificación indiscutible e histórica, a los que serían sus segundos Juegos Olímpicos (fue a Pekín 2008 representando a Gran Bretaña).
Más que por el oro, la carrera era contra el cronómetro. Londres 2012 demandaba mínimamente 1’47”82 (marca A).
Semanas atrás, Benjamín había quedado bastante cerca al nadar 1’48”29, en el Campeonato Sudamericano de Mayores, en Belém do Pará, Brasil, donde se había llevado el oro (primer compatriota en lograr ser campeón sudamericano en la categoría absoluta).
La meta fue posible en su siguiente intento, y con oro incluido. 1’47”79. La ciudad de Málaga, y los nadadores paraguayos José Lobo y Genaro Prono, quienes también competían en el torneo, fueron testigos de la primera (y única) marca olímpica clase A de un compatriota, en esta disciplina acuática, además de un récord que se mantiene hasta la fecha.
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Hockin, con 25 años, había escrito, una vez más, un capítulo inédito para nuestra natación. Antes, ya había ganado el oro sudamericano, clasificado a la semifinal de un Mundial (50 metros mariposa en Shanghái 2011), logrado la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, entre otras hazañas en carreras de postas.
Un clase A, sin pileta
La noticia de que un grande como Benjamín, había logrado todo ese currículum, sin tener en nuestro país una pileta olímpica (50 metros), llegó a las páginas de varios medios del mundo.
Las proezas de Hockin alzaron la presión para el gobierno de turno, a comprometerse con la edificación de una pileta olímpica, que en principio se proyectaba en el predio de la Secretaría Nacional de Deportes (SND), pero que terminó en la finalización, 30 años después de iniciar, del Centro Acuático Nacional (CAN).