Los inolvidables viajes

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Cuando hoy día encendemos la televisión y vemos al segundo lo que sucede en todo el mundo, cuesta imaginar cómo habrá sido, en tiempos lejanos, todo lo que se refiere a los medios de transporte y sistemas de comunicación para disputar los grandes torneos de entonces, y mantener al mismo tiempo informada a la ciudadanía a través de los diarios primero, las radios después, la televisión luego y, ahora, la magia de internet.Los primeros viajes se redujeron a las ciudades de la vecindad a las que se accedía por el epónimo río, o a través de la línea férrea, con el tren internacional que unía Asunción con Buenos Aires. Es también recordar un poco la geografía sudamericana, tan poco conocida actualmente por nuestros jóvenes estudiantes. Y no es que fuera su culpa, sino de los programas y métodos de enseñanza actuales.   
  
Si difícil era a principio del siglo XX viajar por tierra al interior, qué no sería atreverse allende las fronteras, cruzar la cordillera de los Andes, y no se podía ni soñar con cruzar el mar, no por falta de ganas, sino  de recursos.

Por tanto, los viajes fueron haciéndose de menor a mayor. Y desde aquella primera visita a Corrientes, para jugar un partido de fútbol entre una selección local contra el club Hércules, en 1910, hasta la vuelta al globo terráqueo que ya han dado nuestros equipos, en pocos días, hay un mundo de diferencia, de aventuras y de experiencias inolvidables.   

Deportes y turismo están estrechamente ligados desde los primeros tiempos. Frondosas delegaciones se formaban para acompañar a los atletas y a su entrenador, ya que en tiempos remotos el "cuerpo técnico" se reducía a una sola persona, cuando no era un jugador, como Manuel Fleitas Solich, el que encerraba en sí mismo ambas funciones. Después se fueron agregando personas y hoy un cuerpo técnico que se precie cuenta con al menos una docena de integrantes, entre entrenadores, preparadores físicos, masajistas, kinesiólogos, utileros, médicos, dietólogos y hasta cocineros y mozos…   

Ya llegaría el tiempo, fundamentalmente a partir de la Copa Libertadores, en que caravanas interminables de hinchas y simpatizantes acompañaban a sus equipos a cuantos torneos se realizaban en cualquier parte del mundo. Pero volvamos al principio.   

De Corrientes a Río   

La invitación para jugar en Corrientes llegó con la debida anticipación de manera que se pudiera preparar el equipo, y este tardó dos días en llegar hasta dicha ciudad, festejar el Centenario de la Independencia del hermano país, jugar, asistir a unos cuantos agasajos, y regresar al terruño. Una semana completa demandó cumplir ese compromiso. Hoy  saldríamos a la mañana, jugaríamos a la tarde y a la noche estaríamos durmiendo en nuestras camas.   
  
Pero las cosas entonces eran diferentes. Desde aquel 14 de mayo de 1910 hasta principios de 1919 la selección paraguaya jugó un solo partido: en 1913 contra la selección de Salto, Uruguay, que vino a celebrar nuestro centenario, postergado hasta ese año, por las tremendas revueltas de los dos años anteriores. Y lo hizo en un barco especialmente fletado para el efecto. Los seis partidos siguientes, frente a la selección argentina, fueron en Asunción. De modo que la primera salida al exterior para cotejar con otra selección nacional fue en 1921, con destino a la capital argentina para la Copa América.   

Dos semanas antes de la fecha del debut, marcado para el 8 de octubre, la delegación abordó un buque de carga, y viajó a Buenos Aires, a donde llegó tras cinco días de navegación. Jugamos contra Uruguay, ganando 2-1, y luego contra Argentina y Brasil, ambos perdidos, y al finalizar el campeonato hicimos una breve visita a Montevideo, donde se jugó el primer amistoso de la historia frente a Uruguay, y de vuelta a casa. Total: un mes de viaje. Inconcebible para nuestros días.   

Al año siguiente, 1922, había que jugar en Río de Janeiro nuestra segunda Copa América. Con el entusiasmo de la victoria obtenida frente a Uruguay, en Buenos Aires, la selección se preparó con todo para afrontar el Campeonato Sudamericano de 1922, en Río de Janeiro, estadio Das Laranjeiras. Quince días antes empezó el viaje, ya que el itinerario comprendía de Asunción a Buenos Aires, y allí abordar un vapor de ultramar, hasta Río de Janeiro. El torneo empezó el 24 de setiembre y Paraguay discutió el título en un partido extra con Brasil, consagrándose vicecampeón. El regreso fue festivo y por cierto que también muy lento.   

El viaje más largo   

Así las cosas se presentaban para cada torneo. Para la Liga Paraguaya de Fútbol la gran dificultad era financiar los viajes ya que eran extremadamente caros. En 1923 estaba previsto jugar la primera edición de la Copa Chevallier Boutell en Buenos Aires (ganada por Paraguay), así que hubo que abordar de nuevo hacia el sur para ir, y remontar el río para volver. Esto fue en mayo, y entre octubre y noviembre, de nuevo al río para viajar a la Copa América de ese año, y a la del año siguiente también, en la misma ciudad, pero organizada por Paraguay.   

Así hasta 1926 cuando aparece la posibilidad de jugar en Santiago la Copa de ese año. Y entonces hubo que viajar por barco hasta Rosario, de allí en tren hasta Mendoza, el cruce de Los Andes en camiones y la llegada a Santiago. Un viaje de cuatro o cinco días teniendo en cuenta las comodidades de la época. No hubo variaciones y cada viaje era una nueva odisea, generadora de innumerables anécdotas.   

El viaje más largo de la historia, antes de los aéreos, fue la participación en el Sudamericano de Lima de 1939. Suelen referir los memoriosos que el equipo armado ese año fue el mejor en muchos años y había sobrados motivos para pensar en el campeonato.

La delegación salió antes del año nuevo de 1939, en tren hasta Rosario, de allí siguiendo el mismo itinerario hasta Santiago de Chile, en bus hasta Valparaíso y en barco hasta El Callao. Lo que menos hicieron los jugadores fue cuidarse, por lo cual llegaron fuera de forma y la actuación fue un desastre. Al regreso, la delegación completa fue sancionada y suspendida.   

La era aérea   

El  primer equipo paraguayo de fútbol en trasladarse en  avión fue el Atlético Corrales durante su extensísima gira de 1939 a 1940, volando de Costa Rica a Panamá, en el primer año de su periplo. Asimismo, el primer equipo extranjero que llegó en avión a Paraguay fue Huracán, en 1944, para jugar un par de amistosos contra Libertad y Cerro Porteño.

Un viaje inolvidable   

El partido entre Paraguay y Bolivia, apertura de las eliminatorias de 1973, fue considerado clave por el cuerpo técnico de la selección. Se tenía el convencimiento, como hoy, de la necesidad de hacer una perfecta aclimatación para tratar de ganar en La Paz. Como ese era el primer encuentro de la serie que completaba Argentina, se hizo un plan que comprendía enviar al plantel a Arequipa y Cuzco, en el Perú, donde entrenaría a lo largo de un mes. Partió el equipo con su provisión de productos alimenticios y agua, porque decían que en la zona el vital elemento no era muy saludable.   

Los periodistas Carlos Areco y Bartolomé Amarilla fueron dos de los varios que acompañaron a la selección, Los trabajos funcionaron muy bien, y la aclimatación fue perfecta. El día antes del partido ante Bolivia, marcado para el 2 de setiembre, estaba marcado el viaje a La Paz. Desde Asunción salió un Electra C de Líneas Aéreas Paraguayas, con dirigentes y más periodistas a buscar a la selección. Salieron al promediar la mañana pero…  

Estaban en la altura, el Electra C era un avión a turbohélice y dicen que muy sobrecargado. El avión carreteó y se elevó, pero no pudo sortear los altos picos andinos de esa zona, y el piloto –muy hábil por cierto– voló el avión entre las montañas, por los desfiladeros, en un terrorífico viaje hasta La Paz. Refieren nuestro colegas que "llegamos más muertos que vivos" y así también el equipo. A punto estuvo de perderse todo el sacrificio de la aclimatación.,  

Menos mal que los jugadores respondieron y ganaron el partido, aunque luego no pudimos lograr la clasificación…
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