Agregó que hace 20 o 30 años, los azucareros paraguayos descubrieron que no podían competir con la producción a escala de Brasil, principalmente, para producir el azúcar más barato. “Paraguay no podía y no puede; entonces, unas personas, en consultas con gente de afuera (hay una tesis de PhD en MIT sobre eso), fueron hacia el producto “premium” en vez de a lo barato”, recordó.
Añadió que lo que hicieron fue “cobrar más” con el sello “Fair Trade” y “Organic”, que no es un Ferrari, porque tiene que estar dentro del mercado, pero que sus compatriotas y en otros países (desarrollados) quieren “gastar de manera ética”, y si saben que están comprando azúcar orgánico y con trato justo, están dispuestos a pagar “un poquito más”.
Al referirse a la fabricación de productos con energía renovable, respetando el medio ambiente, resaltó que hay mucha demanda para eso hoy, y que Europa está “muchísimo más avanzado” que Estados Unidos en términos de valoración de los productos hechos con una conciencia ecológica y laboral. “Y la gente de estos países no es que haga eso porque se siente un poco mejor, sino porque sabe que hay un cambio climático, problemas de gente refugiada, que hay dramas sociales y ambientales que requieren soluciones, y la manera de lograrlo es invertir bien en productos que consume”, enfatizó.
