El precio regional de esta unidad de energía (1 MWh = 1000 KWh) tiene mucha importancia para nuestro país, “el mayor exportador de energía limpia y renovable”, según los voceros del gobierno de turno.
En rigor, si se trata de la mitad paraguaya en Itaipú y en Yacyretá, el nombre que se le aplica, de acuerdo con el muy particular vocabulario binacional, es “cesión” que, desde la perspectiva de los intereses nacionales es un sinónimo de confiscación.
Apuntemos que según los últimos datos disponibles (2016), la República del Paraguay, propietaria de la mitad de la producción de Itaipú, recibió del Brasil por cada MWh cedido US$ 9,22/MWh.
Si sumamos al precio de la cesión paraguaya o de confiscación al Paraguay, el valor llamado “costo del servicio de electricidad” de Itaipú obtendríamos la siguiente cifra: US$ 43/MWh. En otras palabras, la energía paraguaya en Itaipú, le cuesta, excluyendo el costo de transmisión y el de algunas pérdidas de sus líneas de transmisión, al “monopsónico” comprador (Eletrobrás, o las empresas brasileñas que esta indique) US$ 43 por MWh.
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En el caso de Yacyretá, pese a que en la controvertida Acta de Entendimiento Cartes/Macri de mayo del año pasado, sus responsables presentaron al público paraguayo como resonante conquista del nuevo precio que pagarán por la “cesión” paraguaya, US$ 10,457/MWh, “superior” al que regía en 2016: US$ 8,7/MWh, los mandatos del Anexo C del Tratado de 1973, nunca fueron tenidos en cuenta. Tampoco las cuotitas impuestas por la Nota Reversal de 1992. Hace unos días, el Ministerio de Hacienda declaraba que Argentina nos debe por esas cuotitas alrededor de US$ 90 millones, correspondientes al 2017.