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El colegio nacional de Puerto Casado consta de dos construcciones. Una de ellas, levantada con material cocido, y la otra, de madera. Tienen en común que las aulas son reducidas, incómodas y apenas ventiladas. Es fiel reflejo de los centros educativos dependientes del Estado.
El cargo de directora es ocupado por la profesora Dora Melgarejo de Florentín. Ella pertenece a la vieja escuela de docentes y se siente orgullosa de sus años dedicados a la enseñanza.
En los cursos y grados de este colegio asisten 220 jóvenes, en los turnos mañana y tarde. El último año tiene 12 alumnos, que sueñan con salir de Puerto Casado en busca de mejores oportunidades. De hecho, prácticamente todos ya tienen definido un panorama fuera de la ciudad.
"Quiero estudiar periodismo", sostuvo con convicción Darío Esquivel (20), quien trabaja a la mañana en la Municipalidad y a la noche, en una tornería donde moldea acero inoxidable para hacer guampas y bombillas. Aprendió este oficio de su padre.
Paola Ruiz Díaz (17) se muestra interesada en estudiar administración de empresas. Si desea seguir esta carrera, sabe que solo podrá hacerlo en Asunción. "Tengo posibilidades de ir. Tengo primos allá y mi familia ya aceptó que debe salir de Casado", comentó.
Liliana Acuña (17) aspira estudiar enfermería. La alternativa más cercana es Concepción, pero Asunción es la más viable por las posibilidades de trabajar. Liliana nos dio una sorpresa muy grande cuando nos comentó que adoptó un bebé indígena. "Soy la mamá de un bebecito que fue abandonado por sus padres. Son indígenas muy pobres y convencí a mi familia para que me permitan adoptarlo", dijo con orgullo, remarcando que ya es mamá de un chiquito de dos meses.
Carmelo Vera (20) integra una familia de siete hermanos. Son huérfanos de padre. Espera terminar el colegio para ir a Puerto Murtinho (Brasil) para trabajar en una pequeña estancia que pertenece a su abuela. "No creo que pueda ser inmediato, pero me gustaría estudiar enfermería", mencionó.
Las actividades recreativas en Puerto Casado son muy reducidas y generalmente giran en torno a la parroquia local. Las diversiones se limitan a fiestas ocasionales en el polideportivo, también de la iglesia. Cada tanto se organizan torneos de fútbol y los encuentros disputados a nivel regional se convierten en acontecimiento, pero tampoco les va muy bien: el último partido entre las selecciones de Vallemí y Casado terminó con una estrepitosa goleada de 5-0 en favor del primero.
Se muestran escépticos sobre el futuro y las posibilidades de que la situación económica y social pueda mejorar a corto plazo en el Alto Paraguay. Cuestionan severamente a los dirigentes políticos regionales, sosteniendo que abandonaron a su suerte a los pobladores en general, muy especialmente a los jóvenes.
Aunque todo el país está hundido en una profunda crisis (que abarca todos los órdenes), en el Alto Paraguay esta situación repercute con mayor fuerza. Las opciones laborales prácticamente no existen, salvo trabajar en una estancia o bien en la caza y la pesca. Al terminar el colegio, si es que se puede, mejor salir; esto abre un círculo vicioso que terminan debilitando aun más a la comunidad de origen.
Una anécdota. En la calle principal de Casado, que tendrá unas 20 cuadras de largo, veíamos todos los días en sitios cercanos unos de otros a tres grupos de jóvenes sentados tomando tereré. Aprovechamos la reunión con los estudiantes para preguntar quiénes eran y qué hacían. "Son los egresados del sexto curso del año pasado", nos dijeron.
Es seguro que esos muchachos que están toda la jornada sin hacer absolutamente nada tenían el año pasado las mismas ilusiones de salir de Puerto Casado y seguir sus estudios. Quedaron vegetando aquellos que no tienen medios u oportunidades. Al final, el daño es para el país porque se pierden jóvenes energías que pueden sumarse a la tarea de construir el Paraguay.
El cargo de directora es ocupado por la profesora Dora Melgarejo de Florentín. Ella pertenece a la vieja escuela de docentes y se siente orgullosa de sus años dedicados a la enseñanza.
En los cursos y grados de este colegio asisten 220 jóvenes, en los turnos mañana y tarde. El último año tiene 12 alumnos, que sueñan con salir de Puerto Casado en busca de mejores oportunidades. De hecho, prácticamente todos ya tienen definido un panorama fuera de la ciudad.
"Quiero estudiar periodismo", sostuvo con convicción Darío Esquivel (20), quien trabaja a la mañana en la Municipalidad y a la noche, en una tornería donde moldea acero inoxidable para hacer guampas y bombillas. Aprendió este oficio de su padre.
Paola Ruiz Díaz (17) se muestra interesada en estudiar administración de empresas. Si desea seguir esta carrera, sabe que solo podrá hacerlo en Asunción. "Tengo posibilidades de ir. Tengo primos allá y mi familia ya aceptó que debe salir de Casado", comentó.
Liliana Acuña (17) aspira estudiar enfermería. La alternativa más cercana es Concepción, pero Asunción es la más viable por las posibilidades de trabajar. Liliana nos dio una sorpresa muy grande cuando nos comentó que adoptó un bebé indígena. "Soy la mamá de un bebecito que fue abandonado por sus padres. Son indígenas muy pobres y convencí a mi familia para que me permitan adoptarlo", dijo con orgullo, remarcando que ya es mamá de un chiquito de dos meses.
Carmelo Vera (20) integra una familia de siete hermanos. Son huérfanos de padre. Espera terminar el colegio para ir a Puerto Murtinho (Brasil) para trabajar en una pequeña estancia que pertenece a su abuela. "No creo que pueda ser inmediato, pero me gustaría estudiar enfermería", mencionó.
Las actividades recreativas en Puerto Casado son muy reducidas y generalmente giran en torno a la parroquia local. Las diversiones se limitan a fiestas ocasionales en el polideportivo, también de la iglesia. Cada tanto se organizan torneos de fútbol y los encuentros disputados a nivel regional se convierten en acontecimiento, pero tampoco les va muy bien: el último partido entre las selecciones de Vallemí y Casado terminó con una estrepitosa goleada de 5-0 en favor del primero.
Se muestran escépticos sobre el futuro y las posibilidades de que la situación económica y social pueda mejorar a corto plazo en el Alto Paraguay. Cuestionan severamente a los dirigentes políticos regionales, sosteniendo que abandonaron a su suerte a los pobladores en general, muy especialmente a los jóvenes.
Aunque todo el país está hundido en una profunda crisis (que abarca todos los órdenes), en el Alto Paraguay esta situación repercute con mayor fuerza. Las opciones laborales prácticamente no existen, salvo trabajar en una estancia o bien en la caza y la pesca. Al terminar el colegio, si es que se puede, mejor salir; esto abre un círculo vicioso que terminan debilitando aun más a la comunidad de origen.
Una anécdota. En la calle principal de Casado, que tendrá unas 20 cuadras de largo, veíamos todos los días en sitios cercanos unos de otros a tres grupos de jóvenes sentados tomando tereré. Aprovechamos la reunión con los estudiantes para preguntar quiénes eran y qué hacían. "Son los egresados del sexto curso del año pasado", nos dijeron.
Es seguro que esos muchachos que están toda la jornada sin hacer absolutamente nada tenían el año pasado las mismas ilusiones de salir de Puerto Casado y seguir sus estudios. Quedaron vegetando aquellos que no tienen medios u oportunidades. Al final, el daño es para el país porque se pierden jóvenes energías que pueden sumarse a la tarea de construir el Paraguay.