Hugo Velázquez ya no puede seguir actuando en nombre de la República

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El anodino mensaje que emitió ayer el presidente Mario Abdo Benítez, sobre un asunto que mantenía en vilo al país, resultó decepcionante, pues evitó referirse a cuestionamientos que se realizan sobre su participación en el caso, que consiste en la firma de un Acta Bilateral con Brasil, lesiva a los intereses nacionales. Quien aparece realmente comprometido por los acontecimientos es el vicepresidente Hugo Velázquez, y su permanencia en el cargo va a ser un pesado lastre para el Gobierno. Ya salpicado por otros casos sospechosos, su menguado prestigio quedó reducido a cero. “Yo trabajo directamente bajo las instrucciones del Presidente de la República”, dijo hace poco. Conocida ahora su participación en un vil intento de entrega de intereses paraguayos en Itaipú a favor de los brasileños, ¿será que Marito continuará confiándole delicadas gestiones a realizar en su nombre? ¿Qué confianza le pueden tener desde ahora sus compatriotas? Siendo evidente que, en el mejor de los casos, el vicepresidente de la República ejerció mal sus funciones, es necesario que sea destituido mediante el juicio político.

El anodino mensaje que emitió ayer el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, sobre un asunto que mantenía en vilo al país, resultó decepcionante, sobre todo para quienes esperaban que diera explicaciones sobre su presunta intervención en el escándalo que supuso la firma de un documento lesivo al interés nacional, defendido por él mismo con todo énfasis cuando salió a la luz recién dos meses después. Luego se supo que un tal José Rodríguez González, abogado personal del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, promovió en su nombre la eliminación del punto seis de un memorándum en el que la ANDE proponía incluir en el Acta Bilateral una cláusula que le permitiera vender en el mercado privado del Brasil su excedente de energía. El 23 de mayo, se permitió informar a directivos de esa empresa pública, vía WhatsApp, que el vicepresidente Hugo Velázquez le “trasladó la posición oficial de su persona y también la del Presidente de la República, en relación al punto seis”, consistente en no revelar la intención paraguaya de vender energía en el Brasil. A esa conclusión se llegó, según el aviso, en “conversaciones con el más alto mando del vecino país”. La mencionada cláusula iba a permitir que empresas paraguayas autorizadas por la ANDE vendan energía en el mercado privado brasileño. Aunque parezca una contradicción, es probable que su exclusión apuntaba a dejar el campo libre para que una empresa creada a tal efecto en nuestro país le venda sin competencia a otra del Brasil, ligada nada menos que al presidente Jair Bolsonaro. Pero, en su discurso, el presidente Abdo Benítez omitió referirse a la comprometedora afirmación del abogado Rodríguez González de que estaba interviniendo con el vicepresidente entre bambalinas para tan sucia maniobra.

El expresidente de la ANDE Pedro Ferreira refirió el hecho al Primer Mandatario, quien le habría ordenado mantener el punto seis del memorándum. Como no fue incluido en el entreguista acuerdo, podría suponerse que, acto seguido, el jefe del Poder Ejecutivo instruyó a los negociadores que lo ignoren. Ninguno de ellos dijo que no pudieron incluirlo en el Acta Bilateral debido a la tenaz oposición brasileña. Si el punto seis se excluyó del acuerdo pese a su orden de mantenerlo, cabe preguntar por qué “Marito” defendió el vergonzoso documento que lo omitió. Estas eran las explicaciones que esperaban escuchar los ciudadanos y las ciudadanas, pero gran parte de su discurso la dedicó a agradecer los apoyos que dijo haber recibido de diferentes sectores. En fin, hay asuntos que el Jefe del Poder Ejecutivo tuvo que haber aclarado ayer, en vez de mentar el diálogo nacional o insinuar que un juicio político implicaría una quiebra del sistema democrático. Pura retórica sentimental y absurda, cuando la ciudadanía aguardaba que ponga en claro ciertas cosas que lo comprometen personalmente. Solo después pidió disculpas si es que se equivocó. Una cosa es equivocarse y otra actuar con doblez.

Quien aparece realmente comprometido por los acontecimientos es el vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, y su permanencia en el cargo va a ser un pesado lastre para el Gobierno. Ya salpicado por otros casos sospechosos, su menguado prestigio quedó reducido a cero. “Yo trabajo directamente bajo las instrucciones del Presidente de la República”, dijo hace poco. Conocida ahora su presunta participación en un vil intento de entrega de intereses paraguayos en Itaipú a favor de los brasileños, ¿será que Marito continuará confiándole delicadas gestiones a realizar en su nombre? ¿Qué confianza le pueden tener desde ahora sus compatriotas?

Las palabras del extitular de la ANDE Ing. Pedro Ferreira son como una lápida sobre el nombre del vicepresidente. Lo señala como quien transmitió las instrucciones para la puñalada que se intentó clavar en la espalda a la República. Luego, un mensaje del Presidente agradeciéndole a Ferreira “por decir la verdad”, puede considerarse como el mazazo final a la actuación de Velázquez en este deleznable caso.

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No existen muchos recovecos por los que el vicepresidente de la República puede transitar para despegarse del escándalo. El Ing. Ferreira sostuvo que “hay gente a su alrededor (del Presidente) que lo condujo mal”. ¿Hugo Velázquez, por ejemplo? El exjefe de la ANDE reveló también que el vicepresidente de la República le presentó al hoy famoso profesional del Derecho “como su representante y hombre de confianza, para que esté en su representación en todas las conversaciones relativas a venta de energía a la empresa con la que él contactó”. Por lo demás, entre las atribuciones del vicepresidente de la República no figura la de intervenir en negociaciones sobre venta de energía ni, mucho menos, la de hacerlo a través de su abogado personal. Pese a ello, Velázquez afirmó, muy suelto de cuerpo, que “volvería a hacer esto las veces que sea necesario”, es decir, intervenir en algo que no le compete, para terminar generando una crisis de proporciones.

Siendo evidente que, en el mejor de los casos, el vicepresidente de la República ejerció mal sus funciones, es necesario que sea destituido mediante el juicio político. Su intervención directa e indirecta contribuyó a la firma de un Acta Bilateral que estaría hoy vigente si la ciudadanía no hubiera levantado la voz ante semejante iniquidad. El Poder Ejecutivo no puede funcionar bajo la evidencia de que el segundo en el cargo actuó de espaldas al interés nacional, ni con el temor de que lo vuelva a hacer en cualquier momento. Por tanto, Hugo Velázquez debe ser removido del cargo.