Recuperar lo posible tras el desastre en el Chaco

Este artículo tiene 6 años de antigüedad

El voraz e incontrolable incendio que aún no puede ser doblegado en gran parte del ecosistema del Amazonas sigue su curso devastador. Esta parte del planeta está considerada como el “pulmón de la humanidad”, ya que produce aproximadamente el 20% del oxígeno en la atmósfera terrestre. En nuestro país, el área más afectada fue el “Pantanal paraguayo”, ubicado en una zona que conforma el mayor sistema de humedales del mundo. En esta parte del territorio nacional, unas 42.000 hectáreas han sido devoradas por el fuego, de tal manera que la fauna y la flora fueron brutalmente dañadas. En cuanto a superficies boscosas, los incendios arrasaron áreas protegidas como Los Tres Gigantes, de Bahía Negra, de 15.000 hectáreas del Pantanal paraguayo, así como la reserva científica Cerro Chovoreca, frontera con Bolivia. El presidente Mario Abdo Benítez prometió investigación y aplicación de la ley para quienes perpetraron las quemas ilegales. Queda por verse si el mandatario paraguayo saca de su modorra a las numerosas instituciones que tienen competencia en la materia para que trabajen en la recuperación de lo que se pueda del territorio afectado, y sobre todo para combatir a los posibles agentes destructores de la naturaleza en nuestro país.

El voraz e incontrolable incendio que aún no puede ser doblegado en gran parte del ecosistema del Amazonas sigue su curso devastador. De acuerdo con informes del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), son más de 74.000 los incendios forestales registrados en esa región desde enero de este año, materia en el que Brasil muestra un aumento del 83% entre enero y agosto, comparado con el mismo periodo de 2018. De esta manera, se trata del número de incendios más elevado desde que comenzaron a tomarse registros a partir de 2013.

A pesar de que la selva amazónica es considerada uno de los lugares más húmedos del mundo, las flamas del fuego siguen cobrando fuerza. Esta parte del planeta está considerada como el “pulmón de la humanidad”, ya que produce aproximadamente el 20% del oxígeno en la atmósfera terrestre, pero, lamentablemente, este beneficio útil para las personas está menguando a raíz de la profusa deforestación y la quema de biomasa, dos realidades que ponen en entredicho la lucha contra el tan mentado cambio climático y los efectos devastadores del calentamiento global.

La selva amazónica, que se prolonga hasta nuestro país en la zona del Pantanal, además de su papel fundamental en la regulación del clima mundial, tiene enorme relevancia en la incidencia de producción de agua dulce y la conservación de especies de plantas que aún no han sido descubiertas por la ciencia, y que a futuro podrían tener enormes beneficios en la medicina. En resumen, el desastre ecológico que afronta la Amazonia no solo está llevando al exterminio de innúmeras especies de la flora y de la fauna, sino también pone en grave riesgo la supervivencia de numerosos grupos indígenas existentes en esa región, ya que dependen exclusivamente de los recursos naturales proveídos por la naturaleza para encaminar sus formas de vida.

Teniendo en cuenta que la devastación del ecosistema amazónico tiene una incidencia planetaria, la condena internacional no se ha hecho esperar. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a través de internet mencionó: “Estoy profundamente preocupado por los incendios en la Amazonia. En medio de la crisis climática mundial, no podemos permitirnos más daño a una gran fuente de oxígeno y biodiversidad. La Amazonia debe ser protegida”. Asimismo, el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que el mundo se encuentra confrontando una crisis internacional, y citó a los miembros del G7 de las principales economías mundiales para hablar de esta urgencia que golpea a la cuenca del Amazonas, una zona de 7,4 millones de km², con el 60% en Brasil.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Grupos ambientalistas llamaron a protestas en todo el mundo por el cuidado de la selva. La agrupación de la joven sueca Greta Thunberg, promotora de un movimiento mundial de lucha contra el cambio climático, llamó a concentraciones frente a embajadas y consulados de Brasil.

De acuerdo con especialistas, la propagación de los siniestros se da en el marco del avance rápido de la deforestación en la región amazónica que en julio se cuadruplicó respecto al mismo mes de 2018, según datos del INPE. Ante el descalabro ambiental suscitado, semanas atrás, el presidente de la Asociación Brasileña del Agronegocio (ABAG), Marcello Brito, se mostró temeroso acerca del posible boicoteo a los productos brasileños en el mercado europeo.

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, en el ojo de agudas críticas, declaró estar a favor de la protección de la selva, asimismo combatir la deforestación ilegal y las actividades criminales que ponen en riesgo las Amazonas. Pese a ello, un vistazo rápido a su política socio-económica-ambiental contrarresta esta narrativa, a tal punto que muchos de sus críticos argumentan que el mandatario no solo ha fomentado este desastre ambiental, sino que de hecho ha preparado el escenario para ello.

Las secuelas del desastre ambiental amazónico se extienden. El Gobierno de Bolivia declaró que los incendios han calcinado ya más de 950.000 hectáreas de área verde, de las cuales, según datos oficiales, el 35% corresponde a bosques y el 65% a zonas con arbustos y pastizales. Además de ello las autoridades bolivianas han localizado cinco principales focos de fuego donde concentrarán sus esfuerzos para combatir los incendios en la frontera con Paraguay y Brasil.

Del lado paraguayo, imágenes por satélite dejaron ver recientemente 418 focos de incendio, que según los datos proporcionados a EFE por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), 230 de esas hogueras corresponden a la quema de pastizales en la Región Occidental, mientras que otras 188 se han ubicado en la zona oriental del país.

En nuestro país, el área más afectada fue el “Pantanal paraguayo”, ubicado en una zona que conforma el mayor sistema de humedales del mundo. En esta parte del territorio nacional, unas 42.000 hectáreas han sido devoradas por el fuego, de tal manera que la fauna y la flora fueron brutalmente dañadas. Las especies de yaguaretés, pumas, leones, venados, ciervos, cerdos salvajes, osos hormigueros, zorros, cuatís, armadillos, entre otras, fueron las más afectadas.

En cuanto a superficies boscosas, los incendios arrasaron áreas protegidas como Los Tres Gigantes, de Bahía Negra, de 15.000 hectáreas del Pantanal paraguayo, así como la reserva científica Cerro Chovoreca, frontera con Bolivia. A raíz de todo ello, la organización conservacionista World Wildlife Fund for Nature, conocida como WWF, por sus siglas en inglés, calificó el siniestro como una realidad de “emergencia nacional”, y urgió al Gobierno nacional el inicio de un proceso de restauración de las áreas comprometidas por los incendios, que debe ir acompañado de acciones de recomposición de los territorios ancestrales afectados, como así también de un plan de prevención que minimice los riesgos a futuro. El presidente Mario Abdo Benítez prometió investigación y aplicación de la ley para quienes perpetraron las quemas ilegales. Queda por verse si el mandatario paraguayo saca de su modorra a las numerosas instituciones que tienen competencia en la materia, como el pomposo Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), para que trabajen en la recuperación de lo que se pueda del territorio afectado, y sobre todo para combatir a los posibles agentes destructores de la naturaleza en nuestro país. Pero esta labor debe ser tomada en serio, no como aquello de “cortar la mano a los ladrones” de Horacio Cartes, o de “caiga quien caiga” del actual mandatario, que no pasaron de ser meras expresiones retóricas sin resultado alguno.