A esta altura de los acontecimientos, es difícil explicarse cómo un Gobierno que se precia de ser “de la gente” puede seguir ignorando un reclamo unánime de sus poderdantes. Al último bochorno protagonizado por el ministro de Educación y Ciencias, Eduardo Petta, con respecto a la impresión y reimpresión de materiales para el sector, se suman otros numerosos acontecimientos que confirman fehacientemente su vergonzosa ineptitud para asumir tan alto compromiso. A casi dos años de esta nueva administración, el mayor “logro” educativo promocionado por las autoridades del MEC fue llegar a tiempo con los kits escolares, algo que todavía está por comprobarse. La decisión anunciada ayer por voceros del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, de mantenerlo en el cargo pese al clamor unánime de su renuncia por parte de docentes, estudiantes y directores de instituciones, nos lleva a preguntar: ¿Qué le debe el Jefe de Estado a Petta para mantener a este impresentable al frente de la educación paraguaya?
Ni bien surgió su nombre para presidir el MEC, importantes referentes de la educación de nuestro país advirtieron al nuevo Gobierno del error en el que estaba incurriendo al designar a un improvisado para llevar adelante la postergada tarea de transformar la educación. Está visto que el sistema stronista de 35 años castró toda posibilidad de pensamiento crítico y libre en el Paraguay, cuyas secuelas aún las estamos sufriendo, pero también es cierto que en 30 años de democracia se sucedieron en el cargo demagogos y charlatanes –con contadas excepciones de técnicos con alto conocimiento en la materia pero sin el apoyo político necesario– que han desencadenado un verdadero fracaso en el sector.
Los últimos eventos que tomaron estado público vienen a confirmar estos temores expresados por los especialistas. La impresión de 526.600 cuadernillos y de 40.650 guías docentes con horrores ortográficos y gramaticales, financiados por la Unión Europea, muestra el nivel de ineptitud que subsiste en los mandos de decisión de una institución cooptada por la politiquería barata, el prebendarismo y la falta de capacidad de sus responsables. En abierta ostentación de cinismo, el responsable de la cartera expresó orondamente ante tamaña vergüenza que los propios alumnos harían las correcciones en aula, una burla a la inteligencia de la ciudadanía y una bofetada a aquellos que esperan el tan ansiado cambio. No satisfecho con ello intentó culpar de la ineptitud institucional, y de la suya en particular, a la entidad internacional donante del dinero, con lo cual expuso al país a un eventual daño en las buenas relaciones que desde hace años mantiene con la Unión Europea.
Casi de inmediato, y por si faltara más, sumó otro escándalo reimprimiendo por sus 50 años los libros escolares “Semillita” y “Estrellita”. A tal punto llegó el culto a su egolatría que el nuevo prólogo del primer libro mencionado cita la fecha en que fueron aprobados los materiales, ¡que coincidía con la de su cumpleaños!, según deja constancia. Para colmo, organizó un evento con la presencia del Presidente de la República y el exministro stronista Carlos Ortiz Ramírez, conocido popularmente como “Ñandejára Taxi” (el taxi de Jesucristo, el burro), para presentar ante la sociedad estos materiales, ofendiendo de esta manera a toda la ciudadanía que luchó contra la ignorancia de la fatídica época, en especial a las víctimas de la dictadura y familiares.
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Estos son apenas botones de muestra del desmanejo que impera en la cartera que hasta ahora carece de objetivos de mediano y largo plazo, soportando niveles paupérrimos de ejecución del presupuesto fuera del simple pago de salarios y beneficios.
Los resultados que fueron difundidos en los últimos años en materia de evaluación de la educación nos ubican en los peores lugares a nivel mundial. El Informe del Programa Internacional para Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), que mide el rendimiento académico de los alumnos en tres áreas específicas (matemáticas, ciencias y lectura) muestra que siete de cada diez estudiantes no comprenden lo que leen y, en matemáticas, nueve de cada diez están por debajo del nivel mínimo aceptable. También el Sistema Nacional de Evaluación del Proceso Educativo (SNEPE) sostiene que solo tres de cada diez estudiantes llegan a un nivel educativo mínimo, lo cual representa un rotundo fracaso.
La historia muestra que aquellos países que han conseguido un salto cualitativo y cuantitativo en materia educativa lo hicieron con base en una verdadera revolución encabezada por el líder político de esas naciones. Pese al unánime reclamo de gremios docentes, directores y alumnos de las instituciones afectadas, en el Paraguay el Presidente de la República ha decidido mantener en el cargo a un impresentable, ególatra y megalómano, que además soporta una investigación judicial por presunta falsa declaración jurada de bienes. Es difícil imaginar que Eduardo Petta se digne demostrar un último gesto patriótico y tenga la decencia de renunciar, cuando ayer a regañadientes pidió disculpas por su desatino respecto a los libros con “horrores”. Es penoso saber que el presidente Abdo Benítez ha decidido, caprichosamente, sostener a la persona inadecuada, puesta en el cargo como zoquete-consuelo ante su fracaso electoral para la Gobernación del Departamento Central. Así, la culpa no es tanto del chancho, sino de quien le da de comer, y el Primer Mandatario deberá asumir ante la historia las consecuencias de su cantado fracaso en materia educativa.