Que la Pascua nos dé fortaleza para luchar contra la pandemia

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Desde hace un mes, el Paraguay se halla en “estado de excepción”, pero no porque haya una grave conmoción interior que ponga en inminente peligro el imperio de la Carta Magna o el funcionamiento normal de los órganos creados por ella. La situación excepcional tiene que ver con una gravísima coyuntura que afecta a todo el mundo y que ya se ha cobrado la vida de varios compatriotas, tanto en el país como en el extranjero. Se dictaron decretos que suponen restricciones a las libertades de reunión y de tránsito, así como “medidas excepcionales” de carácter económico. No se sabe cuándo terminará esta crisis sanitaria, pero sí que el éxito de las medidas preventivas adoptadas dependerá de que la población actúe con sensatez y de que las autoridades competentes las hagan cumplir respetando los derechos humanos. Hay un largo camino que recorrer, pero al menos los creyentes deberían confiar en que el Señor no los abandonará en este trance. Hoy es un día de gozo para los cristianos, porque Jesús se impuso a la muerte. En cierto modo, haremos lo mismo, con solo evitar que el coronavirus se multiplique para volver a la normalidad. Que esta Pascua nos dé fortaleza para conseguirlo.

Desde hace un mes, el Paraguay se halla en “estado de excepción”, pero no porque haya una grave conmoción interior que ponga en inminente peligro el imperio de la Carta Magna o el funcionamiento normal de los órganos creados por ella. No hay tumultos o levantamientos y los Poderes del Estado, así como los Gobiernos departamentales y municipales, están ejerciendo sus respectivas facultades, sin más limitaciones de hecho que las derivadas de ciertas precauciones sanitarias.

La situación excepcional tiene que ver con una gravísima coyuntura que afecta a todo el mundo y que ya se ha cobrado la vida de varios compatriotas, tanto en el país como en el extranjero. Para responder a ella, se dictaron decretos sobre el “distanciamiento social” y se promulgó una ley que establece medidas administrativas, fiscales y financieras, en el marco de una situación de emergencia. Estas normativas suponen restricciones a las libertades de reunión y de tránsito, así como la autorización al Poder Ejecutivo a implementar “medidas excepcionales” de carácter presupuestario, fiscal y administrativo. Tienen un carácter tan extraordinario como la pandemia del coronavirus, declarada así por la Organización Mundial de la Salud. Por tanto, su vigencia no debe extenderse más allá de lo estrictamente necesario, salvo aquellas disposiciones referidas a la supresión de gastos superfluos, que deberían ser recogidas en todo Presupuesto.

No se sabe cuándo terminará la crisis sanitaria que nos tiene en vilo, pero sí que el éxito de las medidas preventivas adoptadas con relativa prontitud dependerá de que la población actúe con sensatez y de que las autoridades competentes las hagan cumplir respetando los derechos humanos, esto es, con firmeza pero sin permitirse “garrotear” a nadie. En cuanto a los fondos adicionales destinados al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, es obvio que deben ser administrados con honestidad y eficiencia, bajo la lupa de la Contraloría General de la República.

Aún están por verse los resultados de la cuarentena en vigor desde el 11 de marzo. Todo estará supeditado al seguimiento que estén realizando las autoridades competentes. Desde luego, debe priorizarse la salud pública, pero es innegable que también habría que atender que mucha gente está siendo afectada en su pan cotidiano. La sempiterna cuestión del “mientras tanto” requiere el auxilio estatal y privado a quienes están sufriendo las penosas consecuencias de unas regulaciones que son necesarias en las actuales circunstancias. En mayor o menor grado, todos las estamos soportando en defensa de la vida, pero hay prójimos para quienes también está en juego el sustento.

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Esta ayuda es necesaria para no poner en riesgo a los demás, comportándonos con la responsabilidad que exige la hora. No solo debe importarnos lo que en el Paraguay se haga o se deje de hacer en cuanto al drama sanitario, sino también lo que ocurre en otras partes. Para derrotar a la pandemia es imprescindible la cooperación internacional. De poco sirve que un país obre como corresponda si otro es displicente, sobre todo cuando se trata de un vecino. El coronavirus no sabe de fronteras y las nuestras son porosas. El mundo entero extraerá muchas lecciones de este infortunio y una de ellas será, quizá, la de que la ayuda mutua resulta necesaria para enfrentar ciertas dolencias. Como es improbable que cada país se imponga a sí mismo una larga cuarentena para impedir el ingreso de algún virus letal, deberíamos estar alertas siempre que se informe de la existencia de alguna enfermedad muy contagiosa, aunque su foco se halle en las antípodas.

Estas reflexiones no son propias de un Domingo de Pascua, pero la situación es tan excepcional que bien vale la pena insistir sobre ellas. Al fin y al cabo, también sirve para destacar la importancia del mandamiento cristiano de amar al prójimo. Paradójicamente, está implicando el deber moral de aislarnos, no solo para preservar la propia salud, sino también la ajena. Pero, cabe insistir, la actitud de dar muestras oportunas de solidaridad debe ir acompañada de la prudencia que requiere contener la difusión del agente patógeno. Por último, hay que tener la esperanza de que, si nos comportamos como es debido, habremos de superar el tremendo desafío que pone a prueba nuestros sentimientos, nuestra inteligencia y nuestra fortaleza.

Hay un largo camino por recorrer, pero al menos los creyentes deberían confiar en que el Señor no los abandonará en este trance. La lucha seguirá siendo ardua, pero, en lo que respecta a nuestro país, los paraguayos debemos comprometernos en este día a respetar las normas restrictivas y a no olvidarnos de quienes más necesitan en estas circunstancias. Este es un día de gozo para los cristianos, porque Jesús se impuso finalmente a la muerte. En cierto modo, haremos lo mismo, con solo evitar que el coronavirus se multiplique para volver a la normalidad. Que esta Pascua nos dé fortaleza para conseguirlo.