Bochornosa actuación de fiscala general merece duro castigo

Este artículo tiene 5 años de antigüedad

El Ministerio Público ya ha imputado a más de 2.400 compatriotas por haber violado la cuarentena, entre ellos la exsenadora María Eugenia Bajac (PLRA) y la diputada Del Pilar Medina (ANR). Muchos otros están rogando volver al país, y quienes llegaron hasta las fronteras pasan privaciones, pues hallan obstáculos para ingresar. En caso de conseguirlo, son instalados en los albergues previstos por el Centro de Coordinación Interinstitucional de apoyo al Ministerio de Salud Pública. Sin embargo, el señor Karim Salum, recién llegado de Estados Unidos al aeropuerto Silvio Pettirossi, no tuvo necesidad de pasar por penuria alguna, porque pudo ir de inmediato a su domicilio para guardar el aislamiento preventivo, pues la propia fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, se ocupó de presentar a los responsables de dicho centro un certificado médico, según reveló el asesor de la Presidencia, Federico González. Este también dijo que el afortunado violó luego tranquilamente la cuarentena, poniendo en riesgo su vida y la de los demás. Parece que la fiscala general olvidó que debe defender el principio constitucional de “igualdad ante las leyes”.

El Ministerio Público ya ha imputado a más de 2.400 compatriotas por haber violado la cuarentena, entre ellos la exsenadora María Eugenia Bajac (PLRA) y la diputada Del Pilar Medina (ANR). Muchos otros están rogando volver al país, y quienes llegaron hasta las fronteras pasan privaciones, pues hallan obstáculos para ingresar. En caso de conseguirlo, son instalados en los albergues previstos por el Centro de Coordinación Interinstitucional de Apoyo al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS). Sin embargo, el señor Karim Salum, recién llegado de Estados Unidos al aeropuerto Silvio Pettirossi, no tuvo necesidad de pasar por penuria alguna porque pudo ir de inmediato a su domicilio para guardar allí el aislamiento preventivo, pues la propia fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, se ocupó de presentar a los responsables de dicho centro un certificado médico donde constaba que el susodicho era asmático, según lo declarado por el ministro asesor de la Presidencia y responsable del sector, Federico González, en declaración matinal realizada a ABC Cardinal, en cuya oportunidad también reveló que el afortunado violó luego tranquilamente la cuarentena, poniendo en riesgo su propia vida y la de los demás.

En nombre del organismo ad hoc, el asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia de la República pidió disculpas por el error, que no habría sido “consciente”. También creyó oportuno señalar que esta fue la primera vez que Sandra Quiñónez presentó “una constancia médica y/o una solicitud” en favor de un viajero proveniente desde el exterior. Parece que la fiscala general olvidó que debe defender el principio constitucional de “igualdad ante las leyes”. Quizá su actuación fue motivada por el hecho de que el feliz agraciado tiene una poderosa parentela y contactos cercanos que mantienen buenas migas con la actual titular del Ministerio Público, quien precisamente llegó al cargo tras un escandaloso proceso de selección con fuerte tufo a padrinazgo político de los poderosos de turno de la época a quienes debe muchos favores.

El 3 de abril, aludiendo a los detenidos por haber ignorado la cuarentena, Sandra Quiñónez había dicho con vehemencia: “A mí me duele cuando me llaman y me dicen: ¿Le podés liberar a mi chofer? ¿Le podés liberar a este? ¡No, señores! ¡Y no me llamen, porque no van a ser liberados!”. Visto lo ocurrido, no es arriesgado presumir que alguien la llamó para que el privilegiado Salum sea liberado de la obligación de ir al albergue. Los antecedentes referidos también permiten sospechar quién o quiénes fueron los interlocutores. Pero más allá de las conjeturas al respecto, lo cierto es que Sandra Quiñónez distinguió entre paraguayos de primera y de segunda e hizo de mandadera, sin fundarse, desde luego, en ninguna ley. Es más, obró con tanta inconsciencia como la que reprochó, el día antes mencionado, a quienes violan la cuarentena: “Yo también tengo agentes fiscales, también tienen familia, también están enfermos y tienen que salir igual por la irresponsabilidad de cada uno de ustedes”. Ahora le preguntamos: ¿no podrían haberse enfermado quienes estuvieron en contacto con su “recomendado”?

Resta saber si el señor Salum será imputado, pues, al fin y al cabo, tendría que haber cumplido con un aislamiento domiciliario, aunque no hubiera estado enfermo. En el transcurso de la víspera, los protagonistas de este escándalo mayúsculo intentaban, a través de diferentes medios, convencer a la ciudadanía de que los hechos ocurrieron de otra manera. Como el bochorno de la fiscala general del Estado ya resulta mayúsculo, la Cámara de Diputados tendría que promover cuanto antes su juicio político por “mal desempeño de funciones”, y el Senado destituirla en consecuencia. Su subordinada Teresa Sosa trató en vano de sacarle las castañas del fuego, incluso mintiendo y quedando en ridículo. Su lealtad llegó al extremo de sostener que fue ella quien hizo llegar el certificado médico, pero fue desmentida por el citado Federico González, asesor de la Presidencia. Además, dijo que el favorecido por la medida alternativa tendría más de 60 años, según un cálculo que hizo “a ojo”, lo que le habría permitido guardar la cuarentena en su casa. Cuando se le demostró que solo tenía 50, se justificó así: “Yo realmente le vi, le miré, le observé, y me parecía que era una persona mayor de 60 años”. Sin desperdicio.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

No sabemos si el señor Salum estará o no afectado por el covid-19, pero está aún tan cercano el episodio protagonizado por la senadora Bajac, cuya irresponsabilidad de salir también a pasear tuvo graves consecuencias por el contagio a varias personas de su entorno, por lo que la participación de la fiscala general y de su subalterna en este caso es bastante comprometedora.

Este grave asunto es muy parecido al tráfico de influencias. Sandra Quiñónez debe estar a estas alturas bastante molesta porque al señor Salum se le haya ocurrido violentar su cuarentena conforme a lo declarado por el asesor presidencial, además de gozar de las comodidades de su vivienda, a diferencia del común de los pasajeros del avión proveniente de Miami, instalados en un cuartel militar. Estos con toda seguridad no tuvieron acceso al teléfono de la fiscala general, como tampoco lo tendrían quienes están aguardando horas y días enteros en los pasos fronterizos para ingresar a nuestro país e ir a sus respectivas viviendas, previa cuarentena en algún albergue.

Estamos a 46 días del inicio de esta cuarentena que por orden del Gobierno mantiene en sus casas encerrados a millones de paraguayos, muchos de ellos pasando hambre y penurias, mientras otros son castigados por violentar las disposiciones. Confinamiento que paralizó el aparato productivo de la República, obligando al sector empresarial a un gran esfuerzo para mantener vivos sus emprendimientos. ¿Con qué cara ahora la Fiscalía pedirá a la ciudadanía y a las fuerzas económicas seguir soportando estas restricciones? Por de pronto, ya sabemos a qué atenernos si Sandra Quiñónez continúa dirigiendo el órgano que representa a la sociedad ante la judicatura. Está visto que sus actos no todas las veces concuerdan con sus prédicas. Por lo demás, episodios de este tenor constituyen una mala pasada al excelente trabajo que vienen realizando las autoridades sanitarias, y ponen en riesgo los resultados que tan laboriosamente se están consiguiendo.