Covid más dengue, cóctel explosivo

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Con el correr de los días, el aumento de los casos de covid-19, el relajamiento de las medidas de cuidado personal, las profusas lluvias que propician la aparición de mosquitos Aedes aegypti, transmisores del dengue, y la proliferación de criaderos han puesto en la mesa todos los ingredientes para que ambas enfermedades converjan y causen estragos en la población, el sistema sanitario y la economía del país. Este es el momento clave para que las autoridades sanitarias y municipales dimensionen las verdaderas consecuencias que puede acarrear esta situación, la que será sumamente difícil de manejar. Y deben empezar a trabajar ya, porque la proliferación de mosquitos actual no augura nada bueno. Todos estamos en riesgo no solo de contraer una de las enfermedades, sino que es posible sufrir ambas en simultáneo. Esta superposición de males puede convertirse en un cóctel letal para la persona afectada.

Con el correr de los días, el aumento de los casos de covid-19, el relajamiento de las medidas de cuidado personal, las profusas lluvias que propician la aparición de mosquitos Aedes aegypti, transmisores del dengue, y la proliferación de criaderos han puesto en la mesa todos los ingredientes para que ambas enfermedades converjan y causen estragos en la población, el sistema sanitario y la economía del país.

Cada temporada veraniega los hospitales públicos y privados se ven saturados con casos de dengue de diversa gravedad. Los peores terminan en muertes, los moderados causan terribles molestias, inconvenientes y gastos a quienes los padecen. Solo unos pocos afortunados atraviesan el trance sin mayores consecuencias.

Sucesivas epidemias de dengue han puesto a prueba la resistencia del sistema de salud. Cuando están en su pico, los hospitales se abarrotan, las camas escasean y el personal de salud no da abasto. En esta ocasión el problema es que, por causa del covid, estas condiciones ya están dadas, cuando la epidemia de dengue es aún incipiente y se desconoce el curso que tomará.

Este es el momento clave para que las autoridades sanitarias y municipales dimensionen las verdaderas consecuencias que puede acarrear la convergencia de estos dos virus, una situación que será sumamente difícil de manejar. Lo fundamental es insistir en las medidas de prevención, para minimizar el impacto. Son necesarias campañas sostenidas, bien claras, prácticas, que le hablen a la gente con argumentos convincentes y no dejen lugar a dudas sobre las acciones concretas a tomar. Y deben empezar ya, porque la proliferación de mosquitos actual no augura nada bueno.

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Pero además de concientizar, se debe hacer uso de las herramientas de control y punitivas para quienes no toman las medidas requeridas. Los municipios tienen inspectores y estos deben aplicar las multas que sean necesarias, porque es bien sabido que las medidas pecuniarias movilizan hasta al más impávido. Las fiscalías ya han realizado imputaciones a quienes mantienen criaderos de mosquitos y deben seguir haciéndolo, en mayor número, asegurándose de que las acciones judiciales concluyan. En ambos casos se requiere de funcionarios honestos, que trabajen y no hagan la vista gorda –a cambio de quién sabe qué incentivo– cuando detecten infracciones. No se puede ser blando cuando la salud de la población está en juego y en peligro toda la sociedad.

La buena noticia es que ambas enfermedades pueden ser prevenidas en gran parte si cada ciudadano se empodera y asume medidas de higiene personal y del entorno inmediato. Además de exigirles a las autoridades que emprendan campañas preventivas y de control, es un deber cívico individual y un acto de amor y empatía hacia los seres queridos que cada uno asuma su cuota de responsabilidad individual. Son harto conocidas por todos esas medidas de prevención. En el caso del covid-19 es lavarse las manos constantemente, usar tapabocas, mantener la distancia social y evitar las interacciones y aglomeraciones innecesarias. En el caso del dengue, eliminar los criaderos de mosquitos (donde se acumula agua), fumigar, usar repelente, matamosquitos, espirales, etc. Las indolentes autoridades municipales y departamentales parece que olvidaron todas esas medidas, pues la mayoría de las localidades, incluyendo la ciudad capital, están sucias y descuidadas. Abundan los terrenos abandonados, llenos de yuyales, y se ven basuras acumuladas y charcos de agua en muchos lugares.

De no tomarse las medidas recomendadas, todos estamos en riesgo no solo de contraer una de ellas, sino que es posible sufrir ambas en simultáneo, como lo confirmó el Dr. Hernán Rodríguez, director del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa). Esta superposición de males puede convertirse en un cóctel letal para la persona afectada.

En marzo de este año, poco después de que se anunciara la irrupción del covid en Paraguay, el Ministerio de Salud dio por terminada la epidemia de dengue que azotó al país en el año 2019. Se informó entonces que fue esa la mayor de los últimos 20 años. En lo que va de este año se registraron 75 muertes por dengue, 62.060 casos confirmados por laboratorio y 159.840 casos notificados (sospechosos). Obviamente, la cantidad real de contagiados es mucho mayor, ya que se estima que por cada caso confirmado hay al menos uno más. En esta nueva etapa, oficialmente, solo se reportaron tres casos confirmados de dengue, dos en Puerto Casado y uno en San Pedro. Sin embargo, dada la abundancia de lluvias, la proliferación de mosquitos y la poca atención que se está prestando a esta enfermedad, no es difícil vislumbrar que la cifra escalará rápidamente.

En cuanto al coronavirus, la cifra de muertos está a un paso de superar la barrera de los 2.000 y la de contagiados confirmados por laboratorio está próxima a los 100.000. Son números grandes, que ponen a todos, pero principalmente a las autoridades responsables, en la obligación de cuidar que no sigan creciendo.

Hoy el sistema está a tope. Ayer mismo, el viceministro de Salud, Julio Rolón, informó que aunque la cantidad de camas de terapia intensiva se duplicó para atender a los enfermos de covid-19, las disponibles están ocupadas al 100% y ya no existe posibilidad de crecer, porque no hay recursos humanos suficientes para atender este demandante servicio. Por lo tanto, más que nunca se debe volver a lo básico, que es extremar las medidas de prevención para frenar el avance de ambas enfermedades.