El medio ambiente sigue siendo agredido sin piedad

A lo largo del 2020, la ciudadanía ha sido testigo de agresiones al medio ambiente, así como de la inacción de las autoridades, tanto del Mades como de la Fiscalía del Medio Ambiente y las de los municipios y departamentos en los que se produjeron flagrantes violaciones de las leyes ambientales. Y como corolario de este año nefasto, el Congreso sancionó una ley que agrede y mutila nada menos que una reserva forestal, ubicada en Marina Cue, Curuguaty, para ser entregadas las tierras a los ocupantes del asentamiento ubicado en el lugar. A esto hay que agregar el caso de la laguna Cerro, que el lago Ypacaraí continúa polucionado como siempre, que la deforestación sigue imparable, los incendios provocados y la contaminación de nacientes, ríos y arroyos, entre otras cuestiones, que hacen que el 2020 fuera un año perdido para el medio ambiente.

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A lo largo del 2020, la ciudadanía ha sido testigo de agresiones al medio ambiente, así como de la inacción de las autoridades, tanto del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), como de la Fiscalía del Medio Ambiente y las de los municipios y departamentos en los que se produjeron flagrantes violaciones de las leyes ambientales. Y como corolario de este año nefasto, el Congreso sancionó una ley que agrede y mutila nada menos que la reserva forestal Yberá, ubicada en Curuguaty. La ley transfiere 1.748 hectáreas del lugar conocido como Marina Cue, donde años atrás se produjo un trágico enfrentamiento entre campesinos y policías, para ser entregadas a los ocupantes del asentamiento ubicado en el lugar. Los principales gremios de la producción pidieron al presidente Mario Abdo Benítez que vete la ley que, según advierten, de promulgarse sentará un “precedente nefasto”.

El Mades, en que se convirtió la antigua Secretaría del Ambiente (Seam), responsable de llevar adelante la “Política Ambiental Nacional”, no ha estado nunca a la altura de sus responsabilidades, para hacer frente a groseros atropellos a los recursos naturales del país. Así, la problemática ambiental está allí, en las narices de una institución que no llega y no responde a la misión para la cual fue creada a fin de garantizar el desarrollo nacional en paralelo a un ambiente saludable para todos los paraguayos.

Uno de los problemas insolubles hasta la fecha es el del emblemático lago Ypacaraí, uno de los recursos ambientales y turísticos más importantes del país, cuyas aguas están polucionadas desde hace décadas, y, por tanto, no aptas para la recreación. El 2020 fue un año de sequía excepcional que afectó a todos los cursos de agua y, por supuesto, a este lago, ofreciendo una ocasión magnífica para encarar alguna tarea de limpieza de su lecho, pero ni el Mades ni las autoridades de las localidades de la cuenca se preocuparon en encarar nada auspicioso. A comienzos de año, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) anunció con bombos y platillos la creación de la denominada Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí y su Cuenca (Conalaypa), que como todo lo que atañe a este recurso natural en casi medio siglo, no pasó de ser más que un florero “para la exportación”, como se dice. En efecto, tras una primera acción de dudosa eficacia, consistente en la colocación de geobolsas en la desembocadura del lago en el río Salado, nada más se ha sabido de ese grupo de trabajo, integrado por representantes de varias instituciones. El Mades, a cargo del ministro Ariel Oviedo, ha sido una figura decorativa más en esta instancia. De esta manera, las aguas del lago seguirán siendo “no aptas para uso recreativo”, cuando que pudieron ser un paliativo durante las altas temperaturas para los miles de turistas que llegan a las ciudades asentadas en sus orillas.

Otro de los problemas ambientales gravísimos que afectó a nuestro país y que, incluso, tuvo repercusiones internacionales, es el de la laguna Cerro, de Limpio, donde la curtiembre Waltrading contaminó gravemente ese recurso hídrico, al punto de que sus putrefactas aguas tomaron un color rojo, cuyas fotografías fueron reproducidas en numerosos medios internacionales, y mereció incluso la atención del famoso actor y activista ambiental Leonardo DiCaprio. La actuación del Mades en el caso fue lamentable, ya que, a más de la tardanza en hacerlo, luego de varias denuncias de vecinos, uno de sus funcionarios “no encontró” en principio indicios de contaminación, lo que generó un mayúsculo escándalo. Si bien el Mades se vio obligado más tarde a aplicarle una multa a la empresa contaminadora, el caso judicial está pendiente en el Juzgado Penal de Garantías de Limpio.

La naturaleza de nuestro país tampoco termina de ser agredida por la deforestación, ya que continúa la acelerada tala de los montes. Según el sistema satelital Global Forest Watch (GFW), con 6.000.000 de hectáreas deforestadas entre el 2001 y el 2019, Paraguay es el segundo país que más cobertura arbórea ha perdido en la región sudamericana, después de Brasil. Increíblemente, a pesar de que nuestro país posee menos superficie territorial que Argentina, Perú o Colombia, supera a estos en cantidad de áreas deforestadas.

Estamos así ante una imparable maquinaria de liquidar los recursos forestales del país, a pesar de la “ley de deforestación cero”, que feneció el 14 de diciembre pasado, pero que fue prorrogada por 10 años más. Lamentablemente, el propio Poder Ejecutivo da pésimo ejemplo, con la mencionada desafectación de tierras de una reserva natural para satisfacer a ocupantes de un asentamiento.

Si a todo esto se suman los incendios provocados, la contaminación de nacientes, arroyos y ríos, y la inminente promulgación de la ley para la concesión de tierras en Marina Cue, estas realidades nos llevan a declarar que el 2020 fue un año perdido para el medio ambiente. Es de esperar que en el año 2021 tanto las autoridades como la propia gente asuman la necesidad de respetar los recursos naturales que aún quedan en nuestro país, para modificar la deplorable situación actual.

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