Hay vacunas, escasean coraje y determinación

Este artículo tiene 4 años de antigüedad

Está todo dado para empezar por fin a vencer la pandemia en Paraguay, pero las grandes batallas se ganan con coraje y determinación, y no es esa la señal que están dando las máximas autoridades responsables. El ministro de Salud, Julio Borba, dijo que “en septiembre” se “podría llegar” a los 2 millones de vacunados y falsamente afirmó que “hoy estamos a casi el 50% del objetivo inicial”. Si esa es la actitud, mucho nos tememos que este Gobierno, una vez más, por burócrata y timorato, teniendo todo a su disposición, está por provocar una nueva e imperdonable frustración a las aspiraciones de la ciudadanía. Con las dosis llegadas de EE.UU. y las fundadas perspectivas del próximo arribo de nuevas partidas, por primera vez el país cuenta con una importante disponibilidad de antígenos como para soñar con revertir su triste situación actual. Las condiciones son propicias para redoblar la apuesta y vacunar a toda la población adulta en tiempo récord, pero para ello hay que adoptar medidas audaces, pero factibles.

Está todo dado para empezar por fin a vencer a la pandemia en Paraguay, pero las grandes batallas se ganan con coraje y determinación y, lamentablemente, no es esa la señal que están dando las máximas autoridades responsables. El ministro de Salud Pública, Julio Borba, dijo que “en septiembre” se “podría llegar” a los 2 millones de vacunados y falsamente afirmó que “hoy estamos a casi el 50% del objetivo inicial”. Si esa es la actitud, mucho nos tememos que este Gobierno, una vez más, por burócrata y timorato, teniendo todo a su disposición, está por provocar una nueva e imperdonable frustración a las aspiraciones de la ciudadanía.

Con las dosis de Pfizer llegadas de Estados Unidos y las fundadas perspectivas de arribo de nuevas partidas en las próximas semanas, más la esperable mejoría en las condiciones del mercado internacional en el segundo semestre, por primera vez el país cuenta con una importante disponibilidad de antígenos como para soñar con revertir decisivamente su triste condición actual de ser consistentemente el país que menos ha vacunado en toda la región y el que sufre el mayor número de muertes asociadas al covid por millón de habitantes en todo el mundo.

El “objetivo” al que se refiere Borba de 2 millones de vacunados nunca fue el óptimo, ni siquiera el satisfactorio, sino una meta mínima tolerable, planteada cuando se creía que ya estaba pasando lo peor, cuando la tremenda segunda ola todavía no había golpeado y cuando no había casi 14.000 muertes que lamentar, una cifra catastrófica en un país con un promedio de menos de 30.000 defunciones al año. Incluso entonces se señalaba que, si no se podía alcanzar a todos, lo aceptable era llegar al 50% de los habitantes, unas 3.700.000 personas, lo que cubría casi el 80% de la población adulta, considerando que la vacuna no estaba indicada para menores de 18 años. Solo en el peor de los casos se podía consentir el básico de 30% que ahora es presentado como “el objetivo” por el ministro.

Asimismo, cuando dice que “estamos a casi el 50% del objetivo inicial” se refiere a que en seis meses se aplicaron en el país alrededor de 900.000 vacunas. Lo que no dice es que el 20% de las personas inoculadas recibió dos dosis y el 80% debe aún recibir la segunda, lo que reduce el total a 720.000, de las cuales, hasta el momento, solo 180.000 están totalmente inmunizadas, lo que equivale a menos del 10% de la meta mínima, a menos del 5% de la meta aceptable y a menos de 4% de lo ideal.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Cada vacuna cuenta porque cada vida cuenta, pero para lograr una “inmunidad de rebaño” capaz de cortar la circulación interna del virus se requiere que un amplio porcentaje de la población esté vacunada. Solo así se podrá realmente torcer la tendencia de la pandemia y empezar a volver a la normalidad, con todo lo que ello significa no solamente en términos de salud pública, sino para la reactivación económica, el restablecimiento de las relaciones sociales y la recuperación de derechos ciudadanos fundamentales. Lo que cabría esperar del Gobierno y de las autoridades es que multipliquen esfuerzos, que hagan todo lo necesario y más, que movilicen todos los recursos disponibles para conseguir esa inmunidad de rebaño cuanto antes, y no que se conformen con alcanzar la meta más básica dentro de tres meses, con comprometerse solo a hacer lo más fácil para no tener que empeñarse demasiado ni tener que responder por promesas incumplidas.

A diferencia de un tiempo atrás, ahora hay vacunas. Para cuando se acabe este millón de dosis de la Pfizer ya comenzarán a llegar semanalmente, a partir de la segunda quincena de julio, los lotes del otro millón que adquirió el Gobierno de esa misma marca, a lo que deben sumarse las que están en existencia de Moderna, Covaxin, lo que debe llegar de la Sputnik V, las de AstraZeneca que debe enviar el mecanismo Covax, más todas las otras que se están gestionando tanto oficial como privadamente. Adicionalmente, en el segundo semestre se espera una disminución relativa de la demanda global y una ampliación de la oferta, tanto por el aumento de la capacidad de fabricación como por la irrupción de nuevas variedades que están en fase final de aprobación. Por lo tanto, no hay ninguna razón para aferrarse al escenario más pesimista como hace el ministro Borba. Al contrario, las condiciones son propicias para redoblar la apuesta y vacunar a toda la población adulta en tiempo récord.

Para ello hay que adoptar al menos tres medidas audaces, pero totalmente factibles. La primera es extender los horarios de vacunación, algo que ya se está haciendo parcialmente, pero no en la medida necesaria. La segunda es eliminar las restricciones y abrir la vacunación a todos los mayores de 18 años. Ya no tiene sentido limitar por rango etario, condición o profesión, porque lo que se debe buscar a estas alturas es vacunar al mayor número de personas en el menor tiempo posible para controlar la propagación. Y tercero, decretar feriados sanitarios con atención 24 horas una vez que las dosis estén distribuidas en los vacunatorios del todo el país. De esa manera no habrá que esperar a septiembre para cumplir lo mínimo. Estimaciones privadas indican que, con la debida organización y movilización, se pueden vacunar hasta 500.000 personas en un solo fin de semana.

El temor de que no alcancen las dosis es infundado porque todo indica que llegarán más, pero, aparte de ello, no tiene ningún sentido tener vacunas y guardarlas en depósitos. Además, cuanto más rápido se usen las existentes, más rápido se libera la capacidad logística para recibir los nuevos lotes.

Necesitamos un Gobierno que se ponga al frente, que asuma riesgos y consecuencias; la angustiante situación que atraviesa el país así lo demanda. Si su ministro no se anima, hágalo usted, Presidente.