No quieren perder el puchero

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Los senadores oficialistas Lilian Samaniego y Silvio Ovelar, con la excusa de señalar los problemas de la implementación del nuevo sistema electoral de listas desbloqueadas y voto preferencial, con disparatados argumentos sugirieron volver a las “listas sábana” y desechar las máquinas de votación. La posibilidad de perder el puchero, limitándoseles sus espacios de poder y los de sus paniaguados a quienes ubican en las “listas sábana” les crea urticaria. El nuevo sistema electoral no debilita a los partidos políticos, sino a los caciques que los convirtieron en cuevas de ladrones. Los proponentes confunden lamentablemente a los caciques con los partidos. De hecho, no ha de ser agradable perder la posibilidad de disponer de cargos con retribuciones de más de 100 millones de guaraníes, o de manejar deshonestamente medicamentos del Estado, o de hacer ganar licitaciones a los amigos, o de llenar con ellos las planillas del Presupuesto. Sin duda, todo esto les quita el sueño a los popes colorados.

Los senadores oficialistas Lilian Samaniego y Silvio Ovelar, con la excusa de señalar los problemas de la implementación del nuevo sistema electoral de listas desbloqueadas y voto preferencial, sugirieron en plena sesión del Senado volver a las “listas sábana” y desechar las máquinas de votación.

Alegan que el voto preferente viola la Constitución, reduce la presencia de mujeres y aumenta las peleas y costos. Samaniego se animó a sostener que el sistema electoral vigente colisiona con la democracia y le arrebata garantías; que confunde al electorado. Ovelar agregó que es mentira que los políticos “escombro” no ingresarán con el sistema nuevo.

Samaniego pretextó un análisis de las elecciones internas del 20 de junio pasado, para decir que el novel sistema se aprobó sin considerar las consecuencias. Afirmó que el desbloqueo de listas debilita a los partidos políticos; que la disputa se vuelve de todos contra todos; que se genera fragmentación política que, según ella, dificulta la gobernabilidad del país. Habló de un “mandato de posición” afectado; de la anulación del efecto de las cuotas (para “garantizar” cupos por género o cualquier otro), “invisibilizando a la mujer”. Sostuvo que el nuevo sistema beneficia a los candidatos con más financiamiento y que incrementa el costo de las campañas electorales “porque hay tantas campañas como candidatos”. Incluso cuestionó el uso de la tecnología argumentando que varios países dejaron de utilizar las urnas electrónicas.

Como se ve, la posibilidad de perder el puchero, limitándoseles sus espacios de poder y los de sus paniaguados a quienes ubican en las “listas sábana”, les crea urticaria.

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En primer lugar, hay que señalar que las leyes que establecen el actual método de votación (nuevo sistema electoral y financiamiento político) fueron de las más minuciosamente discutidas de la historia de la democracia paraguaya. Fueron revisados todos y cada uno de los elementos que las componen y fueron rebatidas con sólidos argumentos todas las objeciones que se presentaron.

El nuevo sistema electoral no debilita a los partidos políticos, sino a los caciques que los convirtieron en cuevas de ladrones; los senadores Samaniego y Ovelar confunden lamentablemente a los caciques con los partidos; no genera fragmentación, sino que se destruye la obediencia debida a los sinvergüenzas que secuestraron con dinero mal habido a nuestras organizaciones políticas.

Los mencionados senadores confunden también con unidad la obediencia que imponen los caciques; reivindican el mandato imperativo expresamente prohibido por el artículo 201 de la Constitución y lo que denominan “mandato de posición”, un concepto que nada tiene que ver con la democracia sino con el verticalismo y el corporativismo.

Los senadores Samaniego y Ovelar pretenden que las cuotas (de género, por ejemplo) son más importantes que la representación popular y desconocen y niegan el acceso igualitario que las mujeres de nuestro país tienen a candidatarse. Pretenden que la representación por el voto en vez de por el cupo invisibiliza a la mujer, lo cual es una mentira lisa y llana.

Imputan al nuevo sistema las características del derogado de “listas sábana” sobre las mafias que lo financiaban, y olvidan a propósito la ley de financiamiento que, ciertamente, debe radicalizarse mucho más pero que es considerado un primer paso hacia el final del poder financiero de las mafias.

Los senadores Samaniego y Ovelar confunden patéticamente gobernabilidad con verticalismo, supresión de la disidencia y la diversidad. Pero, sobre todo, los mencionados senadores olvidan que el viejo sistema de robar elecciones vía actas es el que realmente colisiona con la democracia porque desconoce y viola la voluntad popular, como en el sonado caso protagonizado por el senador Juan Carlos Galaverna contra los colorados que votaron mayoritariamente por Luis María Argaña en 1992.

Finalmente, ambos legisladores, en su afán de volver al pasado, tratan de infradotados a nuestros compatriotas al tratar de hacer creer que no podemos entender el nuevo procedimiento de votación.

El senador Ovelar atribuye temerariamente al sistema desbloqueado la supervivencia de los políticos “escombro”, como si no fuera el de las “listas sábana” el que llenó de escombros y escorias a nuestras organizaciones políticas. Al parecer, el legislador “trato apu’a” está muy preocupado al darse cuenta de que el método desbloqueado está perfectamente diseñado para ir eliminando gradualmente a los impresentables, a medida que la gente se empodere del voto preferencial.

El extemporáneo embate de los legisladores colorados se produce después del rotundo éxito de las elecciones internas de las organizaciones políticas con el nuevo sistema el pasado 20 de junio, se materializó al día siguiente de una extraña reunión entre Horacio Cartes y Galaverna, en la que supuestamente analizaron los “riesgos” electorales que enfrenta la Asociación Nacional Republicana en lo sucesivo. Y también después de que haya salido a luz la condenable tarea entreguista de los colorados en Itaipú, que le costó a nuestro país la friolera de 4.000 millones de dólares, por lo que al parecer temen también que la indignación popular por esta actitud antipatriota de sus correligionarios les impacte negativamente con el nuevo sistema electoral. De ahí, el propósito manifiesto de intentar ocultar al país que los colorados no le han servido con patriotismo sino con legionarismo.

De hecho, no ha de ser agradable perder la posibilidad de disponer de cargos con retribuciones de más de 100 millones de guaraníes, o de manejar deshonestamente medicamentos del Estado, o de hacer ganar licitaciones a los amigos, o de llenar las planillas del Presupuesto Nacional con paniaguados. Sin duda, todo esto les quita el sueño a los popes colorados.