Paraguay no debe un centavo por la construcción de Yacyretá

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Una jueza del distrito sur de Nueva York aceptó eximir a la Argentina del pago de una fianza en el juicio que se le sigue en esa corte de Estados Unidos por una multimillonaria demanda relacionada con la estatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), pero ordenó la constitución de garantías, entre las cuales estarían las cuentas por cobrar en Yacyretá. La prensa de Buenos Aires se hizo eco de la noticia y, como ya es triste costumbre, se refirió a ello como “la deuda paraguaya” por la construcción de la central hidroeléctrica, lo cual es absolutamente falso. Paraguay no debe un centavo por la construcción de Yacyretá.

Una jueza del distrito sur de Nueva York aceptó eximir a la Argentina del pago de una fianza en el juicio que se le sigue en esa corte de Estados Unidos por una multimillonaria demanda relacionada con la estatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), pero ordenó la constitución de garantías, entre las cuales estarían las cuentas por cobrar en Yacyretá. La prensa de Buenos Aires se hizo eco de la noticia y, como ya es triste costumbre, se refirió a ello como “la deuda paraguaya” por la construcción de la central hidroeléctrica, lo cual es absolutamente falso.

Es cierto que la EBY le debe al Tesoro argentino por la construcción de la central, pero justamente la deudora es la entidad, como compañía binacional autónoma, no el Paraguay, que siempre ha cumplido con sus compromisos y que, al contrario, en el balance ha salido mucho más perjudicado que beneficiado por el llamado “monumento a la corrupción”.

Tanto Yacyretá como Itaipú fueron concebidas para autofinanciarse de principio a fin, es decir, solventar todos sus gastos y pagar todas sus deudas por sí mismas con la venta de la energía generada (en realidad, de su capacidad para generar energía, pero ese es un tecnicismo que no viene mucho al caso). Ambas son sin fines de lucro –dado que los contratantes son los mismos países socios/propietarios para satisfacer su demanda interna– pero, por mandato de sus tratados, deben cobrar una tarifa suficiente para cubrir la totalidad de sus costos, operativos, financieros y de cualquier índole.

En Itaipú eso se ha cumplido en general, salvo ciertos períodos de crisis económica brasileña, durante los cuales se acumuló lo que mediáticamente se conoce como “deuda espuria”. En Yacyretá la tarifa siempre ha estado sujeta a la conveniencia y los vaivenes argentinos, divorciada del precio de costo, por lo que en realidad gran parte de la deuda es en realidad espuria, porque se acrecentó en abierta violación de lo dispuesto en el Tratado.

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Argentina se ha beneficiado de esa situación por partida doble. Primero por “pagar” una tarifa ilegal por debajo del costo, y segundo porque se ha llevado de esa manera el 93% de la energía generada por Yacyretá desde que empezó a funcionar su primera turbina en 1994, tanto su parte como la parte paraguaya, lo que la convierte prácticamente en la única consumidora de la central. Claramente, en estas condiciones es muy cínico afirmar que el deudor es Paraguay.

Eso por un lado. Por el otro, la deuda de Yacyretá (no de Paraguay, insistimos) con Argentina es un misterio, un gran agujero negro. Se mencionan 25.000 millones de dólares, pero en el acuerdo Cartes-Macri se habla solo de 4.000 millones, al margen del hecho de que los fondos proveídos por el Tesoro argentino debían ser “aportes”, no préstamos, lo que implica que no debían generar intereses. Y encima, cada vez que se conversa sobre el obviamente necesario saneamiento de estos pasivos, indignantemente en Argentina se habla de “condonación a Paraguay”.

Como si fuera poco, no solamente la Argentina se beneficia con una tarifa inferior al costo por prácticamente la totalidad de la energía de Yacyretá, sino que no la paga. A diciembre de 2022 acumulaba atrasos por 4.400 millones de dólares por contratación de potencia y retiro de electricidad, sin considerar intereses.

Tampoco le paga a Paraguay la irrisoria compensación fijada por la cesión de la parte paraguaya de la energía, y ni hablar de intereses moratorios. En Itaipú nuestro país también percibe de Brasil una ínfima compensación por sus excedentes en comparación con los valores de mercado, pero al menos está al día, Argentina ni siquiera eso. Y, además de todo, Paraguay aportó para Yacyretá el 80% del territorio inundado y nunca ha recibido una retribución mínimamente razonable por ello. Por lo tanto, como dice el tango, “los favores recibidos creo habértelos pagado”. Y con creces.

Argentina atraviesa una profunda crisis y está por inaugurar un nuevo Gobierno surgido de las urnas con la ciclópea tarea de volver a “ponerla de pie”, como dijo el flamante presidente electo Javier Milei. Todos queremos que le vaya bien y habrá que ser pacientes y solidarios para ir resolviendo los temas pendientes en la medida de las posibilidades. Pero al Paraguay hay que respetarlo.