Quieren ampliar Palacio Legislativo mientras incorporan a más familiares

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El senador Silvio Ovelar (ANR, cartista), presidente del Congreso, anunció que llamará a una licitación pública para ampliar la sede del Poder Legislativo, a un costo aproximado de 5.000 millones de guaraníes. Resulta que el “platillo volador”, como lo bautizó la gente y según lo llamó él mismo sin mucho respeto, ya no daría abasto para albergar a los funcionarios allí asignados, en verdad, parientes, amigos y operadores políticos. Sirvan como ejemplos del gran amor a la familia imperante en ese lugar, que allí está instalado Alejandro Ovelar, de 20 años, hijo del propio titular del Congreso, entre otros familiares de legisladores. Habiendo obras realmente necesarias, como escuelas y hospitales modernos, la propuesta de referencia debe rechazarse de plano.

El senador Silvio Ovelar (ANR, cartista), presidente del Congreso, anunció que llamará a una licitación pública para ampliar la sede del Poder Legislativo, a un costo aproximado de 5.000 millones de guaraníes. Resulta que el “platillo volador”, como lo bautizó la gente y según lo llamó él mismo sin mucho respeto, ya no daría abasto para albergar a los funcionarios allí asignados, en verdad, parientes, amigos y operadores políticos. Sirvan como ejemplos del gran amor a la familia imperante en ese lugar, que allí está instalado Alejandro Ovelar, de 20 años, hijo del propio titular del Congreso, siendo contratado en marzo pasado por la Cámara de Diputados. También figuran allí desde setiembre pasado Silvia de Solinger y Silvia de Cantero, esposas respectivas de los diputados Germán Solinger (ANR) y Benjamín Cantero (ANR), aliados del cartismo. También aterrizó en ese lugar la bachiller Montserrat Alliana, hija del vicepresidente de la República, Pedro Alliana, e hijastra de su esposa, la diputada Fabiana Souto (ANR, cartista). La misma fue comisionada también en setiembre desde el Ministerio de Justicia a la Cámara que había presidido su padre, para triplicar su salario desde el importante –es de imaginar que lo ha de ser– cargo de coordinadora de Liquidación de Personal. Como para un comisionamiento debe mediar expreso pedido desde la institución en la que va a aterrizar el afortunado que “va a estar mejor”, sería interesante conocer qué argumentos expuso la Cámara de Diputados para hacerse con los valiosos servicios de la joven funcionaria. Para estos legisladores la caridad debe comenzar por casa.

El Poder Legislativo tiene nada menos que 2.758 funcionarios y unos 1.060 contratados; de entre los primeros, 481 están comisionados a otras entidades, las que a su vez comisionaron a 236 a costa suya, a pedido de legisladores. La Secretaría de la Función Pública debería examinar con qué pretextos se realiza este voluminoso tráfico de funcionarios.

En suma, allí donde se sancionan las leyes están instalados ¡más de diecisiete funcionarios por cada parlamentario! La necesidad de ampliar el Palacio sería aún más aguda si todos asistieran a su lugar de trabajo durante solo seis horas, gozando de un seguro médico envidiable no descontado de su salario. Con todo, ya no habría alternativa, esto es, solo restaría gastar más para satisfacer a quienes, en teoría, deben velar por el buen uso del dinero público y no derrocharlo en la práctica del nepotismo feroz, del “sociolismo” ni del prebendarismo.

En opinión del senador Ovelar, sus colegas “están muy exigentes” y el problema se complica con la proliferación de “bancaditas”, algunas de ellas integradas por una sola persona (!), aunque una bancada deba consistir en el conjunto de legis-

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ladores de un mismo partido. No se le ha ocurrido instar a los parlamentarios a cuidar el bolsillo de los contribuyentes en vez de exprimirlos para dar cobijo a una multitud de presupuestívoros, que vagan por los pasillos por falta de sillas y de quehaceres.

Desde luego, la calidad de la tarea legislativa no condice con el número de funcionarios y contratados, nombrados o incorporados, violando la Ley de la Función Pública, por regla general. Una vez más, hay que dar la razón al inefable exdiputado liberal Carlos Portillo, quien dijo que los legisladores no son como el común de los ciudadanos. Además, estos superciudadanos les prestan un flaco favor a los contribuyentes que los mantienen, pues, sobre todo últimamente, sus decisiones son aprobadas en forma de aplanadora, con leyes que van a contramano del interés ciudadano, utilizando además sus mayorías coyunturales para defender a cuestionados legisladores que ya no deberían tener una banca en las “honorables” Cámaras.

Habiendo obras realmente necesarias, como escuelas y hospitales modernos, la propuesta del senador Silvio Ovelar debe rechazarse de plano. En todo caso, junto con sus aventajados colegas, deberían construir con sus fortunas acumuladas pabellones donde albergar a sus clientelas, y pagarles también con dinero de sus bolsillos. “Trato apu’a” no debe ofender más a sus compatriotas.