Un equipo de técnicos llevó adelante una travesía inédita en el Pilcomayo: por espacio de tres días navegaron 350 kilómetros.
Esta distancia es la que separa la embocadura del canal paraguayo en el Pilcomayo con el fortín General Díaz.
Lo llamativo del caso es que la navegación tuvo lugar en período de aguas bajas, cuando el río Pilcomayo mantiene niveles extremos de escaso caudal de agua.
El canal está funcionando en forma adecuada y el agua que se capta en la embocadura se escurre con rapidez en el interior del Chaco o Región Occidental de nuestro país.
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El Ministerio de Obras Públicas tomó la iniciativa de llevar adelante la navegación. El desafío quedó a cargo de técnicos de las empresas T&C y Consorcio Pilcomayo.
El objetivo de la travesía era observar en el terreno las condiciones de escurrimiento del río así como los puntos donde pudieran formarse diques naturales.
El equipo de navegantes estuvo integrado por Mathias Giesbrecht, Ulrich Dueck, Renny Sawatzky, Ing. Marcio Coronel, Ing. Dieter Klassen y un representante de la comunidad de Cacique Sapo, José María Corvalán.
Resultados de la expedición
El ingeniero Dieter Klassen mencionó que la expedición partió de la embocadura el jueves último. “Nuestro objetivo era conocer el comportamiento del río a lo largo de todo su curso para determinar eventuales correcciones en espera de las inundaciones de diciembre”, dijo.
Mencionó también: “Esperábamos cierto nivel de dificultad, pero no encontramos inconvenientes. El río se desplaza con velocidad”.
El ingeniero Dieter expresó que en los primeros 80 kilómetros de canal la profundidad promedio es de 1,5 metros. “Esta situación varía al ingresar en la cañada La Madrid, que es un conducto natural de agua, donde se mantiene un promedio de 3 metros de profundidad”, refirió.
Alambrados en el cauce
A la medición de profundidad se sumó la identificación de posibles puntos críticos por acumulación de restos vegetales que luego pueden convertirse en diques.
“Tenemos marcados con GPS –continuó diciendo– todos los sitios donde encontramos material vegetal. No son muchos, pero deben ser objeto de vigilancia para que no se conviertan en diques naturales”.
Otro punto que resaltó es la existencia de alambrados en el cauce de La Madrid. “Encontramos muchos puntos con tendido de alambrado. La gente instala para cuidar su ganado en tiempo de seca”, indicó.
Agregó que “cuando hay agua, los alambrados pueden constituir un grave problema porque retienen sedimentos y arbustos, de allí a la formación de diques naturales es solo un paso”.
