CAACUPÉ, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). El hogar de ancianos fue creado por la congregación católica coreana Kkottongnae y funciona en el predio del Seminario “San José”, a metros de la Ruta PY02 “Mariscal Estigarribia” en el kilómetro 51. Los abuelitos del albergue son considerados “flores” que requieren amor y cuidados.
La Congregación Kkottongnae (Casa de los Hermanos de Jesús del Valle Florido o Pueblo de las Flores) es responsable de la obra social dirigida a las personas de la tercera edad en situación de orfandad. Los 23 residentes están al cuidado de cuatro hermanos, un sacerdote, tres personas que se encargan de la cocina, enfermería y lavado de ropas.
Sobreviven gracias a la caridad de la gente, que donan víveres, ropas y dinero en efectivo. Las necesidades más urgentes son medicamentos, pañales para adultos, proteínas especiales y elementos de aseo personal, comentaron responsables del local.
Los ancianos proceden de diferentes puntos de nuestro país. Fueron rescatados de las calles o de sitios donde sobrevivían en condiciones lamentables.
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La mayoría padece algún tipo de enfermedad crónica, como diabetes, problemas cardiacos y otros. El 90% se encuentra en silla de ruedas con pocas posibilidades de valerse por sí mismos.
Otros tienen heridas que requieren atención, como el caso de un abuelo que llegó con un ojo completamente agusanado.
En el hogar son atendidos por médicos y enfermeros, en su mayoría voluntarios, que donan sus conocimientos y valioso tiempo.
El hermano Santiago, responsable del hogar, manifestó que las enfermedades y heridas físicas son más fáciles de sobrellevar. “El problema es el dolor emocional, la tristeza y resentimiento con que llegan los ancianos al lugar, dolidos por el abandono o el maltrato que recibieron. En el hogar aprenden a perdonar su pasado para volver a sonreir, llevando una vida digna”, expresó.
Su necesidad afectiva es tal que se sienten muy felices cuando reciben visitas. A pesar de que existen grupos de jóvenes y adultos que los visitan una o dos veces al mes, requieren de más personas que puedan donar un poco de su tiempo para conversar y darles un poco de cariño, algo que valoran muchísimo.
“Adopta a un abuelo”
En el albergue se lanzó una campaña denominada “Adopta a un abuelo”, que tiene como finalidad que una persona adopte a uno de los residentes para visitarlo cada semana y comparta con él o ella dos a tres horas. La idea es conversar, leer, cantar o, simplemente, estar juntos un tiempo.
El único requisito para adoptar a un abuelo es estar dispuesto a dar amor, cariño y tiempo.
Voluntarios
Un grupo de jóvenes los visita una o dos veces al mes, especialmente los domingos, el día que más solos se sienten. Comparten canciones, danzas y juegos con ellos.
También hace unos días se formó una comisión de voluntarios para poder ayudar a cubrir la necesidad de materiales básicos. También apoyan para asear a los ancianos y atender otras necesidades de cuidado.