Johnson, exalcalde de Londres y el hombre que lideró la campaña del Brexit en el referéndum de 2016, fue electo ayer primer ministro al ganar las internas del Partido Conservador.
En particular, Johnson aseguró que la salida de la UE el 31 de octubre, incluso sin un pacto, no se traduciría en nuevos derechos de aduana en un futuro inmediato. Pero eso sólo podría ocurrir si Londres y Bruselas se pusieran de acuerdo, algo que Johnson no conocía y que finalmente reconoció.
Estrategia y posibilidades de éxito:
Plan A. Lo ideal sería que Johnson pudiera obtener un nuevo acuerdo de retirada en lugar del negociado por la primera ministra saliente, Theresa May, que fue rechazado en tres ocasiones por el Parlamento británico. Pero el propio Johnson admite que está casi fuera de su alcance. Le queda poco tiempo para renegociar ante una UE que repite que sólo está dispuesta a cambiar la declaración política sobre los vínculos futuros, pero no el tratado.
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Plan B. La otra posibilidad prevista por Boris Johnson es que el Parlamento ratifique sólo las “mejores partes” del acuerdo de Theresa May. Esto incluiría cuestiones menos polémicas, como los derechos de los ciudadanos europeos, las cuestiones de seguridad y la cooperación diplomática, y excluiría el controvertido “backstop”, red de seguridad destinada a impedir el retorno de una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte. Johnson asegura que todo puede estar resuelto “mucho antes” de las próximas elecciones parlamentarias del Reino Unido, previstas para 2022.
Plan C. Queda la solución muy incierta de obtener clemencia de los líderes europeos. Pero Bruselas debería evitar hacer demasiadas concesiones que sentarían un precedente para otros euroescépticos del continente. Por ello, la amenaza de un “no deal” , o Brexit sin acuerdo, tiene sentido. Sin embargo, este escenario temido por la comunidad empresarial tendría consecuencias mucho más graves para el Reino Unido que para el continente, que tiene una economía mucho más grande y diversificada. Esta solución también podría en peligro el acuerdo de paz de Irlanda del Norte, que ha puesto fin a décadas de violencia, y sería un rotundo fracaso diplomático para el Reino Unido.
