RÍO DE JANEIRO (AFP). “Estoy de vuelta”, lanzó el sábado Lula ante sus seguidores.
Lula fue excarcelado el pasado viernes, beneficiado por una nueva interpretación judicial que sostiene que una condena en segunda instancia no basta para dictaminar la prisión, como sucedía hasta ahora.
Lula está condenado en tercera instancia a 8 años y 10 meses, por uno de la casi decena de causas por corrupción que enfrenta.
Además tiene otra condena, en primera instancia, de 12 años y 11 meses, también en otra causa por corrupción.
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Bajo el gobierno de Lula se montó en el Brasil el mayor esquema de corrupción conocido en su historia.
Discurso radical
Hasta ahora, el PT, en una fase de estancamiento político, parecía tener “prácticamente un único lema”: la liberación del poderoso político, explicó Sylvio Costa, fundador de Congreso en Foco, portal especializado en análisis sobre el Congreso.
“El cacique petista se muestra dispuesto a usar su versión más mesiánica en el esfuerzo de despertar una oposición de izquierda carente de ideas y liderazgo”, resumió en su editorial del lunes el diario Folha de S. Paulo.
“Lula decidió hacer su reaparición en el palco político nacional con un discurso radical, izquierdista y de confrontación abierta con Bolsonaro”, señala la consultora MCM.
Ese discurso apunta a “energetizar a la militancia petista y a la izquierda y a dirigirse al pueblo y la clase media baja. A aquellos que dieron la espalda al petismo y votaron por Bolsonaro” en la segunda vuelta de octubre pasado, cuando el actual presidente derrotó a Fernando Haddad, el candidato designado por Lula.
¿Cuál será la respuesta de Bolsonaro y su gobierno?
Una pista la dio el domingo el general (retirado) Augusto Heleno, ministro de Seguridad Institucional.
“Lula, en su discurso, muestra quién es y lo que desea para el país. Incita a la violencia, agrede a varias instituciones, ofende al presidente”, escribió Heleno.
