En un acto celebrado en el Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, el Mandatario firmó un decreto supremo con el que oficializó el llamado a la ciudadanía a votar en la consulta.
“No es una elección cualquiera, porque con esta acción democrática y republicana, vamos a tener que optar entre dos alternativas, las dos igualmente legítimas y democráticas”, explicó Piñera.
Cuando los chilenos acudan a las urnas en el plebiscito tendrán la opción de elegir si quieren una nueva Constitución o prefieren reformar la existente, creada en 1980, y foco de las protestas radicales que desde hace más de dos meses se desarrollan en el país.
La redacción de una nueva Carta Magna es uno de los principales requerimientos de esos grupos, principalmente filocomunistas.
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En ese texto, que ha sido reformado decenas de veces, se le concedió al Estado un rol “subsidiario” (secundario) en la provisión y administración de los recursos básicos, lo que favoreció la iniciativa privada, que ha convertido al país en el de mayor desarrollo económico en la región.
En el caso de que los chilenos elijan redactar una nueva Constitución, también tendrán que votar qué procedimiento se elige para ello: una convención mixta de parlamentarios y ciudadanos electos o una asamblea de personas escogidas únicamente para ese fin.
