Desde las dos destrucciones del Templo de Jerusalén y la consecutiva dispersión del pueblo judío, el judaísmo siempre evocó un retorno a Jerusalén. La Ciudad Santa era la capital del reino de Israel del rey David (siglo X antes de Cristo) y más tarde del reino judío asmoneo (siglo II antes de Cristo).
Los palestinos (mayoritariamente islámicos), que representan alrededor de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como capital de su futuro Estado.
Para ellos la ciudad también tiene un estatuto religioso esencial: la Explanada de las Mezquitas, lugar desde donde –según el Islam– el profeta Mahoma ascendió al cielo, es el tercer sitio santo para los musulmanes.
Una ley fundamental israelí (texto de valor constitucional) aprobada en 1980 proclamó el estatuto de Jerusalén, capital “eterna e indivisible” de Israel. Pero esta decisión no fue reconocida por la comunidad internacional. AFP, EFE
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