“EI no puede controlar territorio ni llevar a cabo actividades criminales para financiar sus operaciones”, afirmó el militar estadounidense, aunque destacó que el EI ha sido “golpeado pero no acabado” en los dos países en los que la organización llegó a controlar grandes partes desde su irrupción en 2014.
El 23 de marzo de 2019, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza liderada por kurdos y apoyada por la coalición internacional, anunció la derrota territorial del grupo yihadista en Al Baguz, su último bastión en Siria, tras una larga ofensiva en el noreste del país, que controlan administrativamente los kurdosirios y escapa al control de Damasco.
Sin embargo, células activas de los yihadistas continúan con ataques en esa región rica en petróleo y también mantienen una presencia en el desierto de la provincia central de Homs, donde se lanzan emboscadas contra las tropas sirias.
Las unidades estadounidenses se retiraron del norte de Siria el pasado octubre por no entrar en conflicto con Turquía, que lanzó una ofensiva contra los kurdos, pero se posicionaron más tarde en la provincia de Deir al Zur para proteger las plantas de crudo y evitar la reinsurgencia de la organización extremista.
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El Estado Islámico fue derrotado territorialmente en diciembre de 2017, aunque sus células han ido cobrando fuerza y establecido bases en el norte y centro de Irak, así como en las montañas de la provincia de Nínive y el desierto de Al Anbar, limítrofe con Siria.
“Un año después de la caída de Al Baguz, nuestras operaciones deben continuar porque el EI todavía tiene el objetivo de resurgir. Pero no han podido resurgir, no pueden mantener el territorio físico debido a la presión que las FSD han ejercido sobre el EI”, aseveró el coronel Caggins III.
A través de la alianza con las FSD y la población que lucha contra el EI “no habrá amenazas de terroristas en esta región, que gozará de una estabilidad”, apuntó.
