Arabia Saudí, que acoge los dos lugares más sagrados del islam, ha tenido que doblegarse al coronavirus, vetando el acceso a La Meca y Medina de no residentes y los rezos colectivos, incluidos los del tarawih, que se realizan cada noche después de la ruptura del ayuno.
El rey Salman bin Abdulaziz ha dado el visto bueno para que en la Gran Mezquita de La Meca y la del Profeta en Medina tenga lugar el tarawih pero más breve y sin la presencia de fieles, que podrán seguir el ritual desde sus hogares guiados por el imán en la distancia.
Debido al coronavirus, los egipcios tendrán que renunciar no solo a la parte espiritual del Ramadán sino a las tradicionales noches de folclore y actividades en las calles, que solían estar animadas hasta el amanecer.
El Gobierno prohibió entre otras cosas las populares “mesas de misericordia”, en las que el Ramadán al atardecer decenas de personas sin recursos se agolpaban en la calle o en grandes carpas.
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Desde el amanecer hasta el atardecer los musulmanes deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales, y todas esas actividades además de las compras y las reuniones sociales se suelen concentrar en las horas nocturnas.
