El Gobierno del Brasil admitió oficialmente ayer de mañana que el exdiplomático José Jobim fue secuestrado, torturado y muerto por la dictadura militar, al corregir la causa de su fallecimiento en su certificado de defunción, según se informa en la página digital del diario O Globo del país vecino, en su sección Época, en un escrito de la periodista Hellen Guimarães.
Agrega que aquel reconocimiento es fruto de casi 40 años de esfuerzo de la hija de Jobim, Lygia, en probar que el gobierno dictatorial de entonces en Brasil fraguó la hipótesis de suicidio de su padre.
La nota refiere que Jobim había desaparecido misteriosamente una semana después de haber manifestado que denunciará en un libro de memorias que hubo sobrecostos en la concreción de la usina hidroeléctrica Itaipú por Brasil y Paraguay, que comenzó en 1975 y cuya primera turbina entró en funcionamiento en 1984.
Lygia expresó que ahora tiene material suficiente como para llevar el caso de su padre hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, según O Globo.
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Cuando el 15 de marzo de 1979 José Jobim acudió a Brasilia, ya estando jubilado, para participar de la ceremonia de asunción al cargo del presidente João Figueiredo, había expresado que estaba escribiendo un libro sobre sus vivencias y que iba a dar detalles sobre las irregularidades que vio en la citada obra.
Sin embargo, el 22 de marzo de 1979 salió como para visitar a un amigo y nunca retornó. Su cuerpo fue encontrado dos días después por un barrendero, a menos de un kilómetro del puente de Joatinga, en la capital del país. Estaba colgado del cuello con una cuerda de nailon sujeta a la rama de un árbol pequeño.
Sus pies tocaban el suelo y sus piernas estaban encurbadas, lo que generó de inmediato sospechas sobre la hipótesis de suicidio que señalaban las autoridades.
En vísperas del golpe militar en Brasil, en 1964 Jobim fue enviado al Paraguay por el presidente João Goulart, en misión especial, y participó de una ceremonia con la mayoría de los ministros paraguayos, refiere la nota publicada por O Globo. Agrega que el diplomático participó de las reuniones para la suscripción del “Acta de las Cataratas” en 1966.
Su hija Lygia manifestó que la vasta documentación en la que su padre basaría su denuncia –de sobrefacturación (Itaipú costó diez veces más de lo previsto)– desapareció misteriosamente de la casa de su madre. Los familiares de Jobim relataron que habían oído que médicos y policías dijeron que el hombre fue agredido, torturado y asesinado.
