Religiosos musulmanes, supervivientes de la tragedia y personas que ayudaron a socorrer a los afectados han asistido a un rezo que ha reunido a unas 7.000 personas, entre hombres, mujeres y niños, en Banda Aceh.
“El tsunami provocó una pena profunda a los habitantes de Aceh que perdieron a sus seres queridos”, declaró el gobernador provincial, Zaini Abdulah, frente a la multitud en la gran mezquita de Baiturrahman, uno de los pocos edificios que resistieron los envites del sismo que dejó 170.000 muertos y desaparecidos en este país.
Agradeció a los indonesios y a la comunidad internacional su ayuda, la cual ha permitido que Aceh “se vuelva a levantar”.
Kamarudin, un pescador de 50 años que no tiene apellido (como muchos indonesios), llegaba para rezar por la memoria de su mujer y sus tres hijos: todos murieron en la catástrofe.
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El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de magnitud 9,3 en la escala Richter provocó una serie de gigantescas olas que barrieron las costas de Indonesia, y llegaron hasta países como Tailandia, Sri Lanka o Somalia.
Entre las víctimas se encontraban miles de turistas extranjeros que pasaban las vacaciones de Navidad en esta región de playas soleadas, llevando la tragedia a hogares de todo el mundo.
“Esperamos que los supervivientes y sus familias sean fuertes y se mantengan vigilantes ante futuras catástrofes”, dijo Azhari Hasan, presidente del comité para el aniversario del tsunami.
En Meulaboh, un pueblo pesquero considerado la zona cero del desastre, hasta donde llegaron olas de 35 metros de alto, las banderas ondeaban a media asta y los habitantes se preparaban para vigilias nocturnas.
Pero las principales conmemoraciones se esperan para hoy, primero en Aceh, donde las olas llegaron en primer lugar, y después en Tailandia, donde se espera que se enciendan miles de velas en las turísticas playas de Phuket y Khao Lak.
También habrá eventos de conmemoración en Sri Lanka y en varias capitales europeas, para recordar a los extranjeros que perecieron en la tragedia. En Tailandia, 5.395 personas perdieron la vida, la mitad de ellas, turistas extranjeros.
“Llegó el agua. Había cristal, metal, trozos de madera, ladrillos, era como estar en una lavadora llena de clavos”, explicó el superviviente británico Andy Chaggar, que se encontraba en un bungalow en la playa de Khao Lak cuando el tsunami golpeó la costa y perdió a su novia en el desastre.
Mientras iba conociéndose la magnitud del desastre, los países más afectados luchaban para movilizar los efectivos de rescate, mientras miles de cuerpos se amontonaban bajo el sol tropical y en morgues improvisadas.
Durante los meses posteriores a la tragedia, se recaudaron 13.500 millones de dólares en ayuda humanitaria y fondos para la reconstrucción de las zonas golpeadas por el tsunami.
En Indonesia, el desastre logró poner fin a décadas de conflicto separatista, y rebeldes y gobierno firmaron un acuerdo de paz menos de un año después.
La tragedia también impulsó la creación de un sistema de alerta panoceánico e hizo que los países hicieran fuertes inversiones en prevención de desastres.
Pero los expertos ya han alertado del riesgo de que la “amnesia” colectiva vuelva a hacer vulnerables a las comunidades frente a nuevas catástrofes naturales.
Hace una década, los científicos no contaban con un sistema de alerta de tsunamis que funcionara en el Océano Índico, ya que esa zona no había registrado este tipo de fenómenos en su historia reciente.
Pero eso cambió notablemente con esta tragedia que enlutó al mundo entero, por lo que ahora se tiene un mejor sistema de alertas.
