ROMA (ANSA). Entre el miércoles y ayer muchos inmigrantes fueron salvados y llevados a tierra. Pero al mismo tiempo centenares de personas desaparecieron en las aguas del Mediterráneo, frente a las costas de Libia, por lo que es muy difícil por el momento precisar el número exacto, añadió la misma fuente.
La Acnur estima que las víctimas son más de 700. Mientras, se multiplican los relatos de los sobrevivientes de entre los miles de refugiados que en estos días intentaron llegar a Italia a bordo de barcazas de todo tipo.
“Había por lo menos 40 niños en el agua y ninguno se salvó. El capitán abandonó a centenares de personas y dejó que se ahogasen una tras otra”, contó uno de los inmigrantes socorridos.
Al destacar la tragedia de esos 40 niños muertos en un naufragio el pasado jueves, el vocero de Unicef Italia, Andrea Iacomini, pidió “un minuto de silencio a Europa. Hay que decir basta a este genocidio de niños, que ahora alcanza al Mediterráneo tras el Mar Egeo”.
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Muchos de las declaraciones sobre el drama de estos meses en el Mediterráneo evidencian el problema de Europa en encontrar soluciones efectivas frente a la tragedia sin fin de los inmigrantes provenientes de Libia y otros países norteafricanos, o de otras áreas de África o del Medio Oriente.
Desde hace más de dos años a la isla italiana de Lampedusa han llegado numerosos líderes de la Unión Europea que prometen terminar con este drama, pero las soluciones no han llegado aún.
“A menudo llegan a tierra inmigrantes con cortes en el cuerpo de cuchillos u otras armas”, destacan los investigadores italianos que desde hace años intentan encontrar, para ser condenados, a los responsables del tráfico de seres humanos.
“También tienen marcas de quemaduras o de los golpes” a los que muchos de ellos son sometidos antes de la partida desde las costas libias.
La “ley” de las barcazas es siempre la misma: quien paga más tiene más derechos, por ejemplo el de estar en cubierta, y tener así más chances en el caso que la barcaza vuelque en altamar, como pasa frecuentemente por lo endeble de las embarcaciones y lo sobrecargadas que viajan.
