Se trata de Sam Panopoulos, nacido en Grecia y que emigró a Canadá cuando tenía 20 años de edad.
Allí tuvo la idea de poner rodajas de piña en la pizza, en 1962, cuando tenía un restaurante familiar con sus hermanos.
“La hemos puesto solo por el gusto de hacerlo, y para ver lo divertido que resultaba”, dijo hace unos meses Panopoulos en una entrevista.
“Éramos jóvenes e hicimos muchos experimentos”, acotó con picardía.
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Se trata de una idea que muchas décadas después todavía es tema de vivaces comentarios.
En febrero pasado, el presidente de Islandia, Guoni Jóhannesson, llegó a declarar que si fuera por él, “prohibiría” la pizza con piña, lo que levantó una polémica en su país.