Según fuentes cercanas a la Presidencia de la República, la localización de la célula de la banda que mantiene secuestrado al ganadero Félix Urbieta Ramírez (67) fue obtenida por el servicio de inteligencia policial, que desde un mes antes venía siguiendo los pasos del líder de los criminales, Alejandro Ramos Morel (44).
Sin embargo, la fase operativa falló una vez más aquella madrugada, ya que los militares ni siquiera pudieron identificar a los tres hombres y una mujer que conformaban la columna del EML. Incluso, se cree que al menos dos de los sospechosos que escaparon son niños o adolescentes.
La conducta de los militares, que excluyeron de esta última misión a los policías, agudizó la crisis entre ambas fuerzas.
Los primeros operaban a cargo del comandante de las Fuerzas Militares, almirante Hugo Scolari, y del comandante del Comando de Defensa Interna, general de Brigada Héctor Grau; mientras que los otros respondían directamente al entonces ministro del Interior, Lorenzo Lezcano.
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