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Armando Javier Rotela fue localizado ayer de mañana en su granja situada en la compañía Potrero Abendaño del distrito de Pirayú, departamento de Cordillera, aunque en el límite mismo con el municipio de Itauguá, del departamento Central.
El jefe del departamento Antinarcóticos de la Policía, comisario Germán Arévalo, explicó que llegaron al sitio tras recibir informes de que en el sitio eran refinadas importantes cargas de cocaína que después terminaban siendo vendidas a los distribuidores y microtraficantes.
Sine embargo, en el establecimiento no fueron halladas dichas evidencias, aunque sí fue hallado el principal objetivo, el “zar del microtráfico”, justo cuando llegaba al lugar.
Asimismo, en la granja estaban otros siete trabajadores que quedaron demorados junto con su patrón.
Su “foja”
Armando Javier Rotela Ayala había sido capturado el 29 de julio de 2011 en un megaoperativo del departamento Antinarcóticos en el Bañado Sur de Asunción, donde funcionaba, en medio de una isleta, una especie de laboratorio clandestino de procesamiento de cocaína y crack.
Rotela, quien ya registra antecedentes desde 1999, fue el pionero en la venta de crack y se lo considera el iniciador de dicho negocio ilícito que hoy en día prácticamente persiste en todas las ciudades del país y que generó miles de adictos convertidos posteriormente, por ejemplo, en “motochorros”.
Cinematográfica fuga
Sin embargo, el 25 de noviembre de 2012, justo antes de que se iniciara su juicio, el “zar del microtráfico” se escapó de la cárcel de Misiones, al encabezar el grupo de nueve internos que atropellaron a los guardiacárceles.
Rotela utilizó un revólver para reducir a los custodios y así ganó la libertad.
Todas las otras personas que fueron detenidas con Rotela en el 2011 en el Bañado Sur fueron condenadas a penas de entre 10 y 15 años de encierro, incluyendo a su concubina.
Sin embargo, desde la clandestinidad el citado criminal reorganizó su grupo y siguió traficando cocaína a los grandes consumidores, como los que acuden a las discotecas, y también seguía surtiendo de crack a los adictos de las zonas marginales.
Incluso, como la demanda era tan generosa, Armando Javier Rotela llegó a utilizar a niños para introducir las sustancias a las cárceles, como Tacumbú y La Esperanza, donde estaban recluidos algunos de sus clientes consumidores.
Rotela era uno de los cinco más buscados del país.