Un policía en actividad negociaba por WhatsApp con los potenciales compradores, en tanto que otro agente y un militar, ambos retirados, eran los encargados de conseguir las armas en la frontera.
Las imágenes que circulan desde ayer en las redes sociales corresponden, por ejemplo, a un fusil Colt IAR, a otro fusil M4 y a otros dos fusiles AK-47, todos calibre 5.56, aunque estos últimos son los que fueron recuperados el domingo de tarde por policías del departamento de Investigación de Delitos, en un operativo encubierto.
Entre las fotos, que ahora seguramente van a ir a parar también a manos de la Policía y de la Fiscalía, se distinguen igualmente pistolas Glock calibre 9 mm, nuevas y usadas, además de un rifle para francotirador, con trípode y silenciador incluidos, que sería de un calibre 7.62. Este último se trata de un arma utilizada generalmente para atentados desde una larga distancia.
De acuerdo con los datos, el encargado de negociar la venta de las armas era el suboficial ayudante de Policía Juan Gabriel Fernández Bogado (29), de la comisaría 3ª Metropolitana del microcentro capitalino, quien llegó a ofrecer a varias personas uno de los fusiles M4 por un “último precio” de 10.500 dólares.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
El mismo suboficial acordó la venta de dos fusiles AK-47 por 10.000 dólares cada uno, aunque en este último caso no sabía que los supuestos interesados eran sus propios colegas de la sección Crimen Organizado. Las pistolas, por ejemplo, eran ofrecidas por 1.700 dólares cada una, aunque con la salvedad de que aún quedaban cinco unidades.
El personal policial ahora detenido ni siquiera se inmutaba cuando era contactado por personas que decían ser de poderosas organizaciones criminales, como del PCC de Brasil. Por el contrario, incluso sugería y ofrecía otros tipos de armas más sofisticadas, pero con precios distintos.
De acuerdo con la pesquisa, una vez concretados los negocios, el suboficial ayudante de la comisaría 3ª contactaba con el suboficial inspector de Policía retirado Gustavo Adolfo Velázquez García (38) o con el suboficial de las Fuerzas Armadas retirado Elizardo Catalino Brizuela Arzamendia (59), quienes aparentemente tenían facilidades para conseguir cualquier tipo de armas en la frontera.
Sin embargo, los tres uniformados, el activo y los dos retirados, cayeron presos, todos juntos, cuando intentaban colocar dos de las armas que tenían “en stock”.
