Mamá de 3 hijos, Fabiola (36) quedó viuda en 2013. Su marido, Luis Benegas, falleció de cáncer. Ella quedó sumida en un profundo dolor. Como pocas veces sucede, Fabiola supo levantarse y decidió contarlo, compartiendo todo lo que sintió durante la enfermedad, la espera y el triste desenlace. Su primer libro, “Desde el Alma”, escrito en prosa, fue muy bien recibido. El segundo juega con el título “Desde un cepillo de dientes”. La presentación del mismo se hará combinada con una conferencia para parejas, “hablaré de los motivos de peleas y discusiones y el efecto transformador y sanador en las parejas”, comenta la autora. La cita es el viernes 6 de este mes, a las 20:30, en el Centro Cultural Paraguayo Japonés. Más informes al (0982) 275-320.
–¿Cómo nace nuevamente un libro?
–Mi primer libro fue un inicio de maduración en mi propósito de vida, la de ayudar a los demás y tocar su propia vida. No quisiera quedarme en uno solo habiendo tanto que compartir.
–¿Por qué elegiste aludir a algo tan personal, pequeño y cotidiano como un cepillo de dientes?
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–En realidad no lo busqué, nos encontramos casi en un duelo. Al día siguiente de haber enterrado a mi marido viví una experiencia muy fuerte cuando fui al baño y vi su cepillo de dientes en el lugar correcto, cuando había sido, durante nuestros 10 años de matrimonio, un motivo de pelea por quedar siempre tirado en el lavatorio (como lo eran mis desórdenes en el auto). Reí en ese instante y pensé cuán irónica es la vida, se termina extrañando estas actitudes que uno odió. Encontrarme con ese cepillo de dientes me hizo reflexionar muchas cosas, o me arruinaba la vida o salía adelante con más fuerza.
–¿Cómo te sentís hoy?
–Aún con la sombra de un ser querido atrás, puedo decir que me siento bien, porque decidí ser feliz con lo que me tocaba vivir en el día a día. Me siento plena, útil, ayudando a otros a mirar las cosas diferentes.
–¿Qué esperás de este próximo encuentro con la gente?
–La vida me confirmó mi propósito y estoy decidida a llevarlo a cabo. Soy consciente de que muchas personas, principalmente mujeres, me tienen como referencia. Me hace bien saber que mi experiencia puede motivar a otros, a creer que lo mejor está por llegar. Del próximo encuentro espero lo mismo que con cada poema, cada charla, cada libro: que aprendamos a amar y valorar la vida, que cada uno descubra lo que para él es importante y luche por ello.
–Sí, no parece un buen camino sentirnos víctimas después de una tragedia…
–Optar por el rol de víctima es una elección muy personal, así como lo es asumir mi responsabilidad ante cualquier hecho y lo que implica en mi vida. No es fácil, pero se puede. Después de la muerte de mi esposo aprendí a amar con más intensidad la vida, a evitar las postergaciones, a disfrutar los detalles, los afectos, los amigos. Comprendí que vivimos tantas veces lo superfluo. Entendí que los caminos de Dios son perfectos, que si nos priva de algo o de alguien es para un bien mayor, para nosotros o para muchos otros.
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