El sacerdocio es signo de la misión de Cristo

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Animador: Nos reunimos para prepararnos para la Navidad, nuestra fiesta cristiana. Este año dialogaremos sobre la vida consagrada, es decir, sobre la vocación que sienten varones y mujeres para entregar totalmente sus vidas al servicio del Reino de Dios.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: En esta Navidad, Dios hecho Niño se acerca a nosotros, nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, nos invita a la reconciliación, a abrirnos a los demás, de manera especial a los miembros de nuestra familia.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Virgen María, tú que escuchabas y ponías en práctica las enseñanzas de Jesús, haz que nuestra familia y nuestro país, en esta Navidad, renueve su compromiso de vivir en la unidad y en el amor.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Padre Santo, que revelaste tu voluntad de que todos los hombres se salven, suscita en nuestra Iglesia jóvenes que quieran entregar totalmente sus vidas al Servicio de tu Reino.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Recemos juntos el Padre Nuestro y el Ave María.

Canto.

Mensaje bíblico:

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles todo lo que yo os he mandado. Y sabed que estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Evangelio de San Mateo 28, 19-20.

El sacerdocio es una vocación de ponerse en marcha, hipotecándolo todo e hipotecándose a sí mismo. El “id” pone en disposición de ser signo de Cristo, buen pastor. Es una misión totalizante y universal. La fuerza para esta misión viene del Señor, lo mismo que la misión en sí misma. Las personas consagradas son enviadas a cualquier situación y problema humano para prestar un servicio específico de salvación, enfocándolo todo hacia la construcción de la familia humana con el amor de hijos de Dios. Esta misión acapara toda la persona y no puede reducirse a un paréntesis. Eso sería ridiculizar la misión de Cristo. La misión hace descubrir nuevas posibilidades de evangelización. Cristo se hace presente por sus enviados. Con Cristo no hay despedidas para nuestros “viajes”, ni se llega solo. Cuando marchamos, Él va con nosotros y cuando llegamos ya está Él preparando la evangelización.

El Concilio Vaticano II afirma la común dignidad fundamental de todos los miembros del Pueblo de Dios, junto con la existencia de diferentes servicios y ministerios para el bien común de todos los bautizados. (LG 9, 10, 18).

“Entre estos servicios y ministerios existe uno llamado ministerio ordenado, que no se sitúa aparte o por encima del Pueblo de Dios, sino dentro y al frente de él. Quienes lo reciben en el Sacramento del Orden, participan de la autoridad y misión de Cristo Sacerdote, Cabeza y Pastor de la Iglesia, para que puedan servir a todo el Pueblo de Dios”. (LG 18)

El Espíritu Santo es el agente principal de la ordenación, siendo el origen de donde brota el carisma ministerial de enseñanza, santificación y consejo. Mediante el gesto de la imposición de manos se expresa que los ministros ejercen su misión en el Espíritu de Jesús.

Dios suscita los ministerios en la comunidad y para la comunidad. Por eso, desde el Nuevo Testamento los ministerios no se conciben sin la comunidad.

Preguntas para el diálogo:

1)- ¿Qué significa que el sacerdocio es una vocación de ponerse en marcha?

2)- ¿Conozco sacerdotes que viven esa actitud de estar siempre en marcha? Compartir algunas experiencias.

3)- ¿De dónde viene la fuerza de la misión?

Oración de los fieles:

A cada oración respondemos juntos. Señor, haznos disponibles para realizar tu misión.

Por la Iglesia, para que cada vez más se vea fortalecida su vocación misionera. Roguemos al Señor.

Para que los sacerdotes, religiosos y religiosas respondan al llamado de la misión con disponibilidad y generosidad. Roguemos al Señor.

Por todos los cristianos, para que vivamos diariamente nuestro compromiso de ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Roguemos al Señor.

Por los misioneros que se encuentran en situaciones difíciles, para que la presencia cercana de Cristo en sus vidas, les anime para continuar la misión. Roguemos al Señor.

Por cada uno de nosotros, para que los encuentros de Navidad en Familia sean una auténtica misión para acercar a nuestros hermanos la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.

Compromiso:

Invitar a las personas y familias que todavía no participan de Navidad en Familia para que se acerquen a compartir.

Realizar alguna tarea misionera al servicio de la comunidad.

Interesarnos por los integrantes de nuestra familia, trabajo, comunidad o parroquia que más necesitan del amor de Dios. Darles muestras de cariño y comprensión.

Oración final

Animador: Al culminar este encuentro llevemos en nuestro corazón la palabra que escuchamos y compartimos, esto nos ayudará a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.

Todos: Señor, que esta Navidad renueve la fe y el amor en todos los consagrados al Servicio de tu Reino.

Animador: Hemos reflexionado sobre la vida consagrada reconociendo la belleza de responder generosamente al llamado de Dios.

Todos: Señor, gracias por la vida y el testimonio de todos los consagrados que, con fidelidad y perseverancia, colaboran en la construcción de tu Reino.

Animador: Que cada familia en el Paraguay sea un lugar donde se aprenda a conocer y a amar la vocación a la vida religiosa y sacerdotal como un medio de servir a Dios y a su pueblo.

Todos: Señor, ayúdanos a reconocer tu presencia en la vida de los consagrados a tu servicio.

Animador: Recemos todos juntos pidiendo al Señor que mire con gran compasión y misericordia sobre la vida religiosa en nuestro país, y que suscite personas consagradas que vivan su vocación con entrega generosa y esperanza alegre. Por estas intenciones recemos todos juntos un Padre Nuestro y Ave María.

Canto.

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