Identidad sacerdotal-religiosa

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Animador: Nos reunimos para prepararnos para la Navidad, nuestra fiesta cristiana. Este año dialogaremos sobre la vida consagrada, es decir, sobre la vocación que sienten varones y mujeres para entregar totalmente sus vidas al servicio del Reino de Dios.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: En esta Navidad, Dios hecho Niño se acerca a nosotros, nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, nos invita a la reconciliación, a abrirnos a los demás, de manera especial a los miembros de nuestra familia.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Virgen María, tú que escuchabas y ponías en práctica las enseñanzas de Jesús, haz que nuestra familia y nuestro país, en esta Navidad, renueve su compromiso de vivir en la unidad y en el amor.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Padre Santo, que revelaste tu voluntad de que todos los hombres se salven, suscita en nuestra Iglesia jóvenes que quieran entregar totalmente sus vidas al servicio de tu Reino.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Recemos juntos el Padre Nuestro y el Ave María.

Canto.

Mensaje bíblico:

“Este fue el testimonio de Juan… cuando enviaron a preguntarle: ¿Quién eres tú? En medio de vosotros no conocéis”. Evangelio de San Juan 1, 19-26.

Hoy se exige el “carnet” de identidad del sacerdote, sus “credenciales”. Para responder a la pregunta sobre “la razón de ser” del sacerdote, no cabe en poner la mano en la billetera o en mostrar títulos académicos. Solo se hace referencia a una “persona”: Cristo. El sacerdote corre la suerte de Cristo. Es tan “extraño” y tan vital como Él, de quien es testigo. Fácilmente convulsiona la “tranquilidad” de una civilización de consumo. Pero un riesgo tal es imposible sin un amor esponsal a Cristo.

¿Quién eres tú? La pregunta no se la hacen solamente los hombres en general. Es el mismo sacerdote que se encuentra cuestionado por sí mismo. La fe no se palpa ni se siente necesariamente. La postura de fe se conquista todos los días. En los momentos difíciles el mismo sacerdote es un enigma para sí. Hay muchos jóvenes que temen este desafío de fe. Tienen miedo a la identidad del sacerdocio. Les parece que es demasiado lo que tiene que dejar, como aquel joven del Evangelio. No temas, muchacho. Es que todo parece estar en contra: los tiempos, la sociedad, el ambiente y, lamentablemente, a veces, la misma familia. Recuerda que no vas a ser apenas un representante de Cristo. Vas a ser otro Cristo. Como Cristo celebrando la Eucaristía. Como Cristo perdonando pecados. Como Cristo predicando la Palabra. Los enigmas se diluyen en Cristo.

“‘El ministerio eclesiástico, de institución divina, es ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamándose obispos, presbíteros y diáconos’ (LG 28). Constituyen el ministerio jerárquico y se reciben mediante la ‘imposición de las manos’, en el Sacramento del Orden. Como lo enseña el Vaticano II, por el Sacramento del Orden –episcopal y presbiteral– se confiere un sacerdocio ministerial, esencialmente distinto del sacerdocio común del que participan todos los fieles por el Sacramento del Bautismo; quienes reciben el ministerio jerárquico quedan constituidos, ‘según sus funciones’, ‘pastores’ en la Iglesia. Como el Buen Pastor, van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos por ellas”. (Puebla, Conclusiones 681)

Preguntas para el diálogo:

1) Después de lo leído podemos responder, ¿quién es el sacerdote?

2) ¿Por qué los jóvenes de hoy no quieren ser sacerdote?

3) ¿Cómo podemos ayudar a nuestros sacerdotes a cumplir mejor su misión?

Oración de los fieles: A cada oración respondemos juntos: Envíanos muchos y santos sacerdotes.

Por la Iglesia para que a través del ministerio sacerdotal se santifique cada día con la celebración de los santos sacramentos. Roguemos al Señor.

Por los sacerdotes, especialmente por aquellos que se encuentran en situaciones difíciles, para que su comunión con Cristo se intensifique cada día y puedan superar cualquier tentación que lo quiera separar de su vocación. Roguemos al Señor.

Por las familias, para que dialoguen siempre sobre la importancia de la vocación sacerdotal. Roguemos al Señor.

Por los jóvenes, que tengan la valentía de decir Sí al Señor, cuando sientan el llamado a ser sacerdote. Roguemos al Señor.

Por todos quienes estamos reunidos en torno al Nacimiento del Niño Dios, para que valoremos la presencia sacerdotal como la presencia de Cristo mismo entre nosotros. Roguemos al Señor.

Compromiso:

Dialogar sobre cómo se puede promover y apoyar una vocación sacerdotal.

Elegir un medio concreto para apoyar la vocación sacerdotal en las diócesis o en las congregaciones.

Juntar alimentos no perecederos para entregar a una familia necesitada al concluir la novena.

Oración final

Animador: Al culminar este encuentro llevemos en nuestro corazón la palabra que escuchamos y compartimos, esto nos ayudará a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.

Todos: Señor, que esta Navidad renueve la fe y el amor en todos los consagrados al servicio de tu Reino.

Animador: Hemos reflexionado sobre la vida consagrada reconociendo la belleza de responder generosamente al llamado de Dios.

Todos: Señor, gracias por la vida y el testimonio de todos los consagrados que, con fidelidad y perseverancia, colaboran en la construcción de tu Reino.

Animador: Que cada familia en el Paraguay sea un lugar donde se aprenda a conocer y a amar la vocación a la vida religiosa y sacerdotal como un medio de servir a Dios y a su pueblo.

Todos: Señor, ayúdanos a reconocer tu presencia en la vida de los consagrados a tu servicio.

Animador: Recemos todos juntos pidiendo al Señor que mire con gran compasión y misericordia sobre la vida religiosa en nuestro país y que suscite personas consagradas que vivan su vocación con entrega generosa y esperanza alegre. Por estas intenciones recemos todos juntos un Padre Nuestro y Ave María.

Canto.

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