La familia es el primer lugar donde se deben promover el amor al trabajo e impulsar las ganas de estudiar para que los jóvenes tengan un proyecto de vida y para evitar la haraganería, indicó Romero, quien visitó nuestra redacción.
Dijo que un joven debe saber para qué aprende y cómo el trabajo está ligado en su proceso de crecimiento. “Eso significa que aprendizaje, trabajo y lenguaje deben caminar siempre juntos. Si un niño no aprende a trabajar desde pequeño, por ejemplo, arreglando la cama, ayudando a limpiar, no amará ni apreciará el trabajo”, afirmó.
Recordó que estando en Buenos Aires subió al bus y se sentó al lado de un joven a quien preguntó cuántos años tenía, a lo que respondió 14, luego le consultó si le gustaba estudiar y le respondió: “no” y también dijo que no hacía nada en su casa.
“Si los padres no entienden que sus hijos deben estudiar, que deben realizar un esfuerzo para conocer, y si no hacen algo en la casa, los hijos serán haraganes”, apuntó.
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Dijo que el trabajo “es la actividad más extraordinaria para el ser humano” y que algunos desprecian o hacen las cosas desganadamente por tres factores: porque no les enseñaron el valor del trabajo; porque no está bien alimentado y no hay gana de hacer las cosas; y, tercero, porque carece de la cultura del trabajo, que está ligado al aprendizaje y al lenguaje.
Comentó que en Venezuela, donde reside, el gobierno chavista cuestionó el abandono del estudio y prometió ayudar para terminarlo. “Destinó el 50% del salario mínimo para el pasaje y la compra de libros, y en una semana se inscribieron 500.000 jóvenes. ¿Qué significa esto? Que también falta motivación para el estudio”, dijo.
Para el sindicalista se debe superar el estado de pereza mental y física, y eso se debe enseñar en el sistema escolar. Agregó que si una persona no está bien alimentada, no va a tener energías para concentrarse. “Al no poder concentrarse se dispersa su cerebro; no está preparado para recibir la presión de la concentración” , resaltó.
Dijo que la atención tiene dos dimensiones: se concentra y se desconcentra y si se quiere forzar, el niño o el joven se retira. “Si es posible el niño debe desayunar, almorzar y merendar en la escuela. Un solo turno no sirve para la educación. La educación debe encontrar un espacio agradable para el niño”, remarcó.
De la improvisación
Romero indicó que el paraguayo tiene una cultura de la improvisación. Ocurren casos de personas que dicen al trabajador que apure su trabajo porque debe salir.
“Esto hace que se pierda el sentido de hacer bien las cosas. Falta además la cultura de la buena terminación del trabajo. Ejemplo, uno sube al bus temprano y está sucio. Es una falta de respeto al usuario. Ese servicio debió comenzar ofreciendo las mejores condiciones”, explicó.
“Debemos crear una cultura del amor al estudio que es un trabajo”, resaltó.
Destacó la importancia del acompañamiento de los padres, quienes deben destinar un tiempo a los hijos, sentarse junto a ellos a ver sus trabajos de la escuela o colegio.
Si uno no controla, cómo se va a interesar en el estudio, que al final de cuentas es su trabajo.
