Loma Cachinga, lo que fue y lo que es

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Fue una de las legendarias siete colinas de Asunción en los primeros tiempos. En la primera mitad del siglo XX se convirtió en uno de los sectores más populosos llamado “barrio Cachinga”. Hoy el nombre Loma Cachinga no figura en el mapa, pero despierta profundo arraigo en su población.

Loma Cachinga es un paraje tradicional de Asunción que actualmente está mimetizado en el barrio Dr. Francia, abarcando unas quince cuadras. “Antiguamente el populoso barrio donde se encuentra el Hospital de Clínicas era conocido por el pintoresco nombre de Loma Cachinga. Este nombre le fue dado por existir en el lugar una planta atípica de la zona llamada cachinga o cachiguá”, dice Luis Verón, y explica que es una especie nativa del Mato Grosso con una madera de color rojo, utilizada para exquisitos muebles, que con el tiempo no perdían su color natural.


Un grupo de veinte estudiantes de historia de la Facultad de Filosofía, liderado por Rosanna Vera, vecina del lugar, elaboró un trabajo de investigación que rescata la memoria histórica, cultural y social de la loma.


Determinaron sus límites, investigaron sobre su fauna y flora, costumbres, personajes, el patrimonio y curiosidades del barrio. Hallaron que la zona comenzó a expandirse y poblarse masivamente hacia 1945 y que el núcleo principal, el motor del sector, fue el Oratorio San Luis. Este existe desde 1959 y ha marcado la vida de sus habitantes. “El Oratorio San Luis es todo para el barrio. Ayudó en la parte espiritual, evangélica, recreación y educación para la gente. Los que no encontraron formación en sus casas, la hallaron aquí. Otros se hicieron gente aquí”, dice Juan Blanco Fernández, poblador del barrio.
Recuerda que las casas estaban muy dispersas y que los niños jugaban al fútbol sobre las rocas de la colina, ahora cubierta por la urbanización: “Jugábamos a la pelota sobre la tosca, nos quedaban marcas por todos lados, pero es lo más representativo del barrio”.


Rosanna Vera muestra una parte de tosca descubierta por el raudal que arrastró las baldosas de una vereda. “Soñamos con tener una placita donde la tosca quede descubierta para que los niños y visitantes sepan cómo es nuestro barrio”, dice.
Marina Blanco de López vive en la esquina del Callejón Nº 9. Este era un sendero cubierto de manantiales de donde recogían agua para beber. En tiempos de sequía el camino estaba atravesado por chapas o tablas que contenían la erosión y más de una vez les dejaron moretones. “Por aquí íbamos a comprar agua y muchas chicas encontraban sus churros ykua rapére”.

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Loma Cachinga conserva un patrimonio modesto, pero significativo para el barrio. Preservarla y rescatarla en el mapa es un desafío.