Nuncio clama por un país con justicia y abierto a los pobres

Un Paraguay abierto a Dios y a los pobres, con verdadera justicia, reclamó anoche el nuncio de Su Santidad, Mons. Eliseo Antonio Ariotti, en la víspera de la fiesta de la Virgen de Caacupé. Invitó además a los presentes a orar por más vocaciones a la vida consagrada. En ese sentido, refirió que el Paraguay está en crisis.

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Miles de fieles participaron anoche de la vigilia de preparación para la misa central que se oficia hoy desde las 06:00.

La misa que presidió el nuncio de Su Santidad, Mons. Eliseo Antonio Ariotti, fue dedicada a los consagrados. Se oró para que surjan más muchachos y chicas que abracen el sacerdocio y la vida religiosa.

En su alocución, Ariotti abogó por un Paraguay nuevo donde habite la justicia.

Recordó al papa Francisco, que en una exhortación a los religiosos, indicó: “Despierten al mundo y lleven el abrazo de Dios a todos los hombres, a los pobres y a los ricos, ya que la ternura hace bien.

Seguidamente, se preguntó: ¿Qué es lo que el Papa invita a celebrar en este año?”, y agregó que exhorta a renovar la fidelidad al evangelio, a reavivar el don de la profecía y a fortalecerse en la esperanza.

“¡Esperamos un Paraguay nuevo y una tierra nueva en que habite la verdadera justicia y la misericordia del Señor!”, añadió.

Al dirigirse nuevamente a los consagrados, les recordó que la fidelidad, profecía, justicia y misericordia son el camino nuevo de una vida religiosa que sale al encuentro de la vida, de la historia y de la humanidad.

“No se olviden que la profecía de la vida consagrada consiste en “despertar al mundo… un mundo en que habite la misericordia y la justicia. Es así que se concretiza el seguimiento fiel de Jesús. Es así que se despierta al mundo en la medida en que se da testimonio de comunión, de fidelidad a su propio carisma y su propia misión”, apuntó.

Se cuestionó nuevamente, cómo podemos exigir un Paraguay nuevo, donde habite una nueva justicia, si en nuestras comunidades religiosas no hay fidelidad, misericordia, paz y caridad. “Esperamos un Paraguay nuevo y una tierra nueva en que habite la verdadera justicia y la misericordia del Señor”, reiteró.

En otro momento, invitó a caminar juntos y a despertar al mundo con a ternura y la alegría.

A continuación pidió a la Virgen que conceda al Paraguay una vida religiosa más humana, más auténtica, más sencilla y más evangélica; una vida religiosa que exprese la calidez de la ternura y de la alegría; una vida religiosa que aprenda con humildad a escrutar la presencia de Dios y los signos de los tiempos, para caminar, con prontitud y docilidad, por los caminos del Espíritu.

Ariotti reconoció que la crisis que afecta a la Iglesia del Paraguay por falta de vocaciones y otros límites y sugirió asumirla como una ocasión favorable para el crecimiento en profundidad y prenda de esperanza, con la certeza de que la vida consagrada no podrá desaparecer nunca de la Iglesia. Abogó por un Paraguay abierto a Dios y a los pobres.

Un gran movimiento de creyentes hubo anoche por los alrededores del santuario mariano. La multitud se adueñó de las veredas para pernoctar y participar de la misa de esta mañana.

A muchos de ellos se los vio muy cansados, en tanto la caminata era constante por la ruta Mariscal Estigarribia. No solo en los alrededores del santuario hubo gente, sino también en las calles de los barrios. Cada uno se ingeniaba para ganar un espacio para el descanso luego del largo trajinar.

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