Poemas sanadores

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Fabiola Espínola perdió a su esposo por un cáncer de pulmón. Esposa y madre llena de fortaleza, nos cuenta cómo logró transformar la tristeza y el dolor en fuente de vida. La autora acaba de lanzar su libro titulado “Desde mi alma”, una narración libre de los momentos más crudos que le tocó acompañar.

Fabiola Espínola (35) y Luis Benegas (39) fueron compañeros de la facultad, luego novios. Se casaron hace 10 años y tuvieron 3 hijos, Luis Enrique (10), Esteban Daniel (6) y Santiago David (5).

Fisioterapeutas los dos, con esfuerzo abrieron su propio consultorio. Un día, sin advertencia alguna del destino, algo empezó a cambiar en sus vidas. Aquel dolor que Luis sentía constantemente en un hombro, al que trataban con analgésicos y masajes, terminó siendo lo peor, un cáncer maligno. Fabiola resalta: “Cuando antes alguien me contaba ‘fulano tiene cáncer’, yo decía ‘¡pobre!’. Pero cuando uno tiene un familiar con la enfermedad, sabe lo que es el día a día. Aún cuando sos profesional y sabés del tema, el vivirlo de cerca te cambia todo. Me siento bendecida por todos los que me ayudaron a sobrellevar los gastos, por tener IPS, que a pesar de las falencias cubrió los medicamentos más caros. Y pienso mucho también en las personas que sin un solo recurso pasan por este sufrimiento”.

–Siendo tan unidos, ¿cómo recibieron el diagnóstico médico?

–Nuestros procesos fueron muy diferentes. Él era muy fuerte, dio clases en la facultad hasta 10 días antes de internarse para morir. No sé decirte si eso era bueno o malo. Él se refugió en sí mismo y en Dios; yo también, pero busqué además otros recursos: talleres, psicólogos. Fue muy difícil asumir la enfermedad, como pareja había conflictos. Yo quería retenerle, le hacía todas las recetas que me decían, pero había cosas que él no quería y no las hacía.

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–¿No quería vivir?

–Amaba la vida, nunca se quejó ni cuestionó, hizo todo lo que pudo. Pero no coincidíamos en el enfoque. Un amigo psiquiatra me decía: “La enfermedad es suya, no tuya. Dejá que la procese a su manera”.

–¿Cómo acompañaste a tus hijos?

–Los 3 hicieron terapia. El más grande es el que todavía recuerda con tristeza cuando ve, por ejemplo, el sillón donde se sentaba su papá. De todas maneras, Luis sigue estando muy presente en nuestro día a día; hablamos “a papá le gustaba esto, te acordás que papá tal cosa”.

–¿Cómo vivís el luto?

–No estoy de luto. Cuando lo velamos no lloré y mucha gente me criticó por eso. Lo explico en mi poema “No te lloré aquel día” (“Cómo llorar lo ya llorado/cómo llorar si ya has llegado al cielo tan anhelado…”) . Hoy les digo a mis hijos que papá nos espera en un lugar mejor, ya sin tubos, sin dolor. En mi familia la muerte es una fiesta; lo recordamos con amor, no con dolor. Eso no significa que hayan desaparecido en mí las ganas de tirarme y no levantarme más, ¿pero dejo que eso me derrumbe o me levanto y hago que salga algo mucho mejor? Yo, que soy una persona común y corriente, puedo decidir, confiar cada día que la vida es hermosa, mostrar que la muerte de Luis no fue en vano. Quiero que otros también sepan que las pérdidas pueden transformarse en algo positivo.

–¿Cuánto hace que falleció Luis?

–Hizo un año el 10 de mayo, el día de nuestro aniversario de boda.

Libro testimonial

“Desde mi alma” se lanzó el 6 de setiembre en el Centro Cultural y Gubernamental (Luque). “El libro no trae verdades, trae mi verdad, lo que yo sentí”, dice Fabiola. “Reflexioné mucho, Dios esperaba algo de mí y lo interpreté escribiendo este libro para todos, para que ayude a la comprensión de las personas que acompañamos al enfermo y para aquellas que no tienen este problema pero desean ver la vida diferente”. El libro fue corregido por Marta Vázquez Piatti, “una mujer que venció el cáncer; creo que el libro es más de ella que mío”, expresa la autora con una sonrisa de agradecimiento.

lperalta@abc.com.py