¿Qué paraguayas celebramos el 24 de febrero?

La historiadora e investigadora Ana Barreto, directora del Museo de la Casa de la Independencia, en conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya que se recuerda hoy, invita a pensar en las acciones del pasado. Si bien la donación era una típica expresión femenina en crisis políticas, la visibilidad de la tarea pública, no. Qué mujeres celebramos en Paraguay. En medio de manifestaciones de repudio a la violencia física y psicológica sobre las mujeres, de fortalecimiento de grupos feministas, tenemos de nuevo en el marco de los 150 años de la Guerra del 70, el Libro de Oro en escena. ¿Seguiremos hablando de alhajas o pasamos a buscar a las mujeres reales en la guerra y en nuestro hoy?

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La historiadora Ana Barreto nos relata parte de la historia en conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya, que se recuerda cada 24 de febrero en honor de las luchas de las mujeres por visibilizar la imagen femenina en la historia del Paraguay.

“A inicios de los años 70, cuando en Asamblea General, las Naciones Unidas decidió proclamar a 1975 como el Año Internacional de la Mujer, los ejes que enmarcaban las políticas eran bien claros: un trabajo de dos décadas sostenido por la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (ciudadanía) y la declaración de 1967 sobre eliminación de la discriminación contra la mujer. Además, la conmemoración de 1975 pretendía reforzar el reconocimiento de las mujeres en el desarrollo, promover la igualdad social, política y jurídica, y buscar la inserción real de las mujeres en todos los campos.

Sabemos que este eje fue fundamental para el reconocimiento de la ciudadanía y el derecho al voto de las mujeres paraguayas que alcanzaron, sin dejar de lado el papel del feminismo, casi por imposición en la década del sesenta.

El Paraguay de 1975, el que festejó por primera vez el día de la mujer paraguaya era un país de terribles contrastes. La negociación del préstamo para la construcción de la represa de Itaipú no solo significaron miles de millones de dólares provenientes del Brasil, sino un intercambio de gestos de poder expresados en diversas índoles.

Para este concreto caso, la devolución del Libro de Oro y la Espada de Oro de Solano López se enmarcan perfectamente dentro de aquellos sutiles juegos políticos, de los que incluso Argentina tomó parte cuando, en medio de represiones internas, envió al gobernador de La Rioja, Carlos Menem, a devolver un juego de muebles y acompañar una ofrenda de laureles a la tumba del Mariscal en Cerro Corá.

Violenta, represiva y sostenida, la década de los años 70 tuvo visitas que incluyeron además al general Pinochet, en lo que desembocaría más tarde en el Plan Cóndor. Asaltos, prisiones, exilios, torturas y muerte marcaban filosa e indeleblemente lo permitido y lo no permitido por fuerzas policiales, militares y sociales en el Paraguay.

Mientras los periódicos asuncenos festejaban los carnavales y el corso, y los niños y jóvenes se preparaban a un nuevo inicio de clases, algunos matutinos publicaban el asalto a la comunidad de Jejuí, la prisión de sacerdotes y monjas, y la posición de la Iglesia Católica en medio de una represión, mientras otros, como Patria –vocero gubernamental– seguía paso a paso el recorrido del presidente argentino y el multitudinario “Acto de solidaridad y fe con Stroessner” por parte de los universitarios colorados, como respuesta a la oposición liberal.

Ese era el ambiente que enmarcó el primer festejo del Día de la Mujer Paraguaya. Pero ¿qué mujer era la que celebraba en medio de una cruenta dictadura en que no solo la ciudadanía de las mujeres caminaba por una cuerda floja, sino también la de los hombres? ¿Qué perfil de mujer se visibilizaría en medio de represiones? ¿Cómo se enmarcaron las directrices de las Naciones Unidas?

Derechos de las mujeres y contradicciones

Cuando escribimos historia de mujeres, este momento muy particularmente nos genera siempre una contradicción. Para poder adscribir a la lucha para el pleno derecho de la mujer, las paraguayas, mujeres políticas y mujeres académicas, tuvieron que “negociar la memoria”.

Este peculiar combate entre lo dicho y el mensaje subjetivo estuvo precedido de una exagerada percepción de importancia hacia el Libro de Oro en tanto objeto histórico. Pese a que el Paraguay conservaba los certificados de donaciones de joyas y los grandes libros borradores, se encaminó –reitero– en medio de un difícil contexto político, una central mirada al mismo, como expresión única, total y cabal de la mujer durante la Guerra contra la Triple Alianza.

Al igual que una anterior puja por la memoria entre mujeres políticas y académicas materializada en el Monumento a la Mujer Paraguaya (1970), la figura femenina que pasaba al nivel de ideal era de nuevo la abnegada, sacrificada y fiel (al líder) mujer paraguaya. No nos extraña en absoluto que, en la instauración del 24 de febrero por decreto presidencial, el propio general Alfredo Stroessner haya sido nombrado “primer feminista paraguayo”.

Sin embargo, sutilmente, mujeres, hombres y medios dieron otra forma por fuera de joyas al 24 de febrero.

El diario ABC, innovadoramente, decidió que una mujer de campo vestida con traje típico ocupara la portada completa, mientras en página central apelaba a la imagen de mujeres en cargos usualmente masculinos, así como la historia de una mujer centenaria, hija de residentas, que había tenido una vida particularmente “fuerte y masculina” vinculada al comercio yerbatero. Las historiadoras de la Academia Paraguaya de la Historia, si bien prepararon y sostuvieron la base investigativa para el Libro de Oro, dieron más énfasis a las reuniones políticas y comisiones y acciones de administración para la colecta de las joyas por parte de las damas. Si bien la donación era una típica expresión femenina en crisis políticas, la visibilidad de la tarea pública, no.

Este particular 24 de febrero nos invita a pensar qué mujeres celebramos en el Paraguay. En medio de manifestaciones de repudio a la violencia física y psicológica sobre las mujeres, de fortalecimiento de grupos feministas, tenemos de nuevo, en el marco de los 150 años de la Guerra del 70, el Libro de Oro en escena. ¿Seguiremos hablando de alhajas, o pasamos a buscar a las mujeres reales en la guerra y en nuestro hoy?”.

clopez@abc.com.py

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